Txente REKONDO
BLOQUE DE LAS ECONOMÍAS EMERGENTES

Los BRICS+ sientan las bases hacia un nuevo escenario mundial

La reciente cumbre de los BRICS celebrada en Johannesburgo (Sudáfrica) marcó las líneas maestras para los próximos meses o años: una desdolarización de la economía, acompañada de la promoción de monedas locales en el comercio y las finanzas globales, así como la admisión de seis nuevos integrantes en el bloque de las economías emergentes.

(Alet PRETORIUS | AFP)

El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, afirmó en su discurso de apertura de la reciente cumbre del grupo BRICS de las economías emergentes (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en Johannesburgo que «BRICS representa solidaridad y progreso. BRICS representa inclusión y un orden más justo y equitativo. BRICS significa desarrollo sostenible».

Pese a no haber sido una reunión con un tono claramente antioccidental (para no poner en dificultades a India y Brasil), bajo la retórica de buscar una mayor representación de los países emergentes y en desarrollo en organizaciones y foros internacionales (sobre todo el Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial), se ha abierto la puerta a nuevos miembros y se buscan, al mismo tiempo, fórmulas para romper el dominio del dólar en el comercio de gas y petróleo y el afianzamiento de las alianzas, como un proyecto geopolítico alternativo en expansión frente a las instituciones dominadas por Occidente.

La ampliación ha logrado que hoy los BRICS+ cuenten con tres potencias nucleares (Rusia, China e India), los tres principales productores energéticos de Oriente Medio (Irán, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí), y fortalecer significativamente su peso en África (Sudáfrica, Egipto y Etiopía) y Latinoamérica (Brasil y Argentina). Además, hay un buen número de países llamando a la puerta de este club, camino tal vez de un futuro nuevo G20, pero sin la presencia de países occidentales.

Desde el Sur global se lleva tiempo señalando que, en las últimas tres décadas, el Occidente dominador del escenario mundial ha impulsado largas guerras, en ocasiones saltándose la legislación internacional, (Iraq, Afganistán, Siria, Libia, Yemen…), ha puesto en marcha sanciones unilaterales, ha utilizado el dólar como arma y ha apostado por una transición verde, cuando menos hipócrita y con un evidente doble rasero (Japón y su reciente vertido de aguas contaminadas al mar).

HASTA AHORA, DESDE OCCIDENTE SE HA PRETENDIDO MENOSPRECIAR O IGNORAR LA REALIDAD QUE SE ESTÁ TEJIENDO EN TORNO A LOS BRICS.

Se subrayan las diferencias y tensiones entre sus miembros, la heterogeneidad de intereses como déficit regulador e incapaz de asentar una institución «al uso» (no tiene sede ni existe un tratado), como ha impulsado Occidente hasta la fecha.

Sin embargo, frente a esas lecturas occidentalistas que dicen que este proyecto se limita únicamente a las palabras y los gestos, sin acciones reales, parece que se están asentando los pilares para una nueva versión de la economía y del orden mundial.

De momento, es evidente que China, como miembro más poderoso, está desarrollando la agenda en base a sus propios intereses. Pero, al mismo tiempo, el resto de socios han comprendido que, salvando las distancias respecto al peso del gigante asiático, también pueden obtener avances en sus propias agendas.

Y no conviene olvidar la estrategia de Pekín a largo plazo: «El mejor curso de acción es continuar construyendo lentamente la infraestructura de una economía global no alineada a través de grupos como los BRICS. Con el tiempo, las asociaciones comerciales y la cooperación entre estos países estarán demasiado arraigadas como para ignorarlas, y serán factibles cambios más significativos en el orden global, como desbancar al dólar estadounidense como moneda de reserva mundial». China lo sabe y, por eso, el presidente Xi Jinping apuesta con fuerza por esta fórmula.

Con el ascenso de los BRICS, y frente a esta nueva realidad que se está gestando, Estados Unidos y sus aliados occidentales se encuentran en una situación complicada, al quedarse sin margen de maniobra a medio plazo y pudiendo tener que afrontar que los cambios que se avecinan puede reconfigurar y condicionar su actual estatus dominante en el escenario global.

A PESAR DE LAS DIFERENCIAS Y LOS DESENCUENTROS REGISTRADOS DURANTE ESTOS AÑOS,

Bhaso Ndzendze, analista sudafricano y editor del libro “The BRICS Order. Assertive or Complementing the West?” (“El orden de los BRICS. Asertivo o complementario a Occidente?”) afirma: «El grupo ha sido notablemente consistente en varios valores y aspiraciones: desarrollo mutuo, multilateralismo, una reforma de la gobernanza global, y solidaridad. La asociación busca asegurar un desarrollo sostenible para ella y el Sur global, salvaguardar y promover el multilateralismo, instituir reformas para el objetivo de unas instituciones representativas y lograr la solidaridad entre los miembros».

Si bien es cierto que probablemente a corto plazo ese cambio no se materializará, a medida que los BRICS+ se expanden y profundizan la cooperación entre el Sur global se están sentando las bases para ese nuevo futuro. Y la próxima cumbre en 2024 será … en Rusia.