GARA
SEGUNDA

Las lesiones agravan el tercer tropiezo del curso para los azulgranas

Un gol de Chicco en la única ocasión de su equipo en la primera parte dio el triunfo al Leganés. Venancio y Matheus se lesionaron antes del descanso.

Stoichkov y Rahmani intentan combinar.
Stoichkov y Rahmani intentan combinar. (MonikaDEL VALLE | FOKU)

Definitivamente, la temporada no empieza bien para el Eibar, que encajó su tercera derrota en cuatro jornadas, primera en Ipurua. El Leganés se llevó los tres puntos del campo armero gracias al gol de Chicco en el primero de los apenas dos disparos a puerta, único entre los tres palos, de su equipo.

Si el tropiezo, que envía al Eibar a descenso, no fuera suficientemente doloroso, el partido se saldó, además, con las lesiones de Venancio y Matheus, dos piezas fundamentales en el esquema eibarrés. El centrocampista, con la rodilla lastimada, aguantó hasta el descanso y el portugués sufrió una lesión muscular antes del cuarto de hora. Una circunstancia que evidencia la precariedad en defensa con la que afronta la temporada el Eibar que, con el mercado cerrado hace apenas tres días, tiene solo tres centrales específicos y uno de ellos ya está fuera de combate.

Salieron ya de la enfermería Stoichkov y Corpas, que en Elda disputaron sus primeros minutos de la temporada y ayer partieron por primera vez en un once titular al que también regresaba Rahmani, en detrimento de Bautista, Arbilla e, inesperadamente, Soriano. Se les vio bien, como a sus compañeros, en un primer tiempo en el que el Eibar llevó la voz cantante en busca de la porteria rival. Pero el Leganés está intratable en defensa -un gol encajado en 360 minutos- y también aguantó ayer. Peor aún, recién superada la media hora, aprovechó un balón perdido por los locales para que Franquesa firmara un gran contragolpe y Chicco el 0-1.

El Eibar regresó de vestuarios con intensidad y una buena ocasión inicial de Aketxe. Pero se pertrechó en defensa su rival, que acabó jugando con tres centrales y todo el equipo metido en su parcela para desesperar a un Eibar que, aunque no dejó de intentarlo, fue perdiendo fuelle conforme se acercaba el final y acabó hincando la rodilla.