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El mayor terremoto en Marruecos extiende el miedo y la devastación

Marrakech y otras ciudades marroquíes amanecieron entre escombros y conmocionadas por el fuerte terremoto que provocó más de un millar de muertos, 1.200 heridos, arrasó cientos de viviendas y provocó el pánico de la población. Se trata del seísmo más fuerte registrado en Marruecos. Aún se buscaban supervivientes.

Una mujer observa los escombros de una vivienda destruida en Marrakech. (Fadel SENNA | AFP)

El último balance provisional apuntaba ayer a la muerte de 1.037 personas y 1.204 heridos, 721 en estado crítico, por el terremoto que sacudió Marruecos la noche del viernes, causando enormes daños y sembrando el pánico en Marrakech y en otras ciudades. El terremoto de magnitud 6,8 se registró a las 23:11 hora local, según el Instituto Americano de Geofísica. El Centro Marroquí de Investigaciones Científicas y Técnicas cifró la magnitud en 7, precisando que el epicentro se situó en la provincia de Al-Hauz.

Más de la mitad de las muertes (542) se registraron en Al Hauz y en Tarudant (321), dos zonas rurales montañosas en el corazón del Alto Atlas.

Fue el terremoto de mayor intensidad en Marruecos de los que existen registros aunque no el más letal. En la aldea montañosa de Moulay Brahim los rescatistas buscaban todavía supervivientes entre los escombros de las casas derrumbadas mientras no muy lejos de allí los vecinos ya estaban cavando tumbas en una colina para enterrar a las víctimas.

Marrakech amaneció conmocionada y los habitantes inspeccionaban, aturdidos, los daños sufridos por sus viviendas entre montones de escombros, polvo y coches aplastados por piedras.

Un minarete hirió a dos personas al derrumbarse en la famosa plaza Jemaa el-Fna, el corazón de la ciudad, donde buscaron refugio vecinos y turistas. El temblor se sintió también en Rabat, Casablanca, Agadir y Essaouira, provocando el pánico. Muchas personas salieron a las calles temiendo el derrumbe de sus viviendas. Incluso llegó a sentirse en el sur de Portugal, Andalucía o en los campamentos de refugiados saharauis de Tindouf.

«El lugar donde se encuentra el epicentro de este temblor y su potencia nos sitúan ante una situación de emergencia excepcional», declaró el responsable de las operaciones de socorro de la dirección general de protección civil, coronel Hicham Choukri.

El temblor paralizó a los afectados en los primeros momentos para provocar luego el pánico. «Teníamos la impresión de que era un río que se desbordaba violentamente. Los gritos y las lágrimas eran insoportables», relaraba, Fayssal Badour, de 58 años, vecino de Bouzguia. «Es como si nos hubieran alcanzado una bomba», describió consternada Hafida Sahraouia. «Estábamos preparando la cena cuando escuchamos algo parecido a una explosión. Presa del pánico, salí rápidamente con mis hijos. Nuestra casa se derrumbó. No sabemos a quién acudir. Lo perdimos todo», cuenta esta mujer de 50 años. «No tengo fuerzas para hablar» susurraba con voz frágil Datiha Aboualchouak, que perdió a un sobrino de cuatro años.

La tragedia provocó una oleada de solidaridad en todo el mundo, y multitud de países ofrecieron su ayuda al país, cuyo rey, Mohamed VI, se encontraba en su palacete en un exclusivo barrio de París.