EDITORIALA

Una interlocución fuerte y común para la causa vasca

El Pleno de Política General en el Parlamento de Gasteiz es un ritual institucional que reproduce algunos de los parámetros clásicos del debate político vasco. También sus taras. Las diferentes visiones sobre el país que defienden PNV y EH Bildu son parte sustancial de ese debate. Los buenos resultados electorales de los soberanistas de izquierda han impulsado su carácter de alternativa. La pugna por la hegemonía política y social tiene un renovado vigor. En su habitual tono, las obsesiones del lehendakari Iñigo Urkullu -orden, ley, moral- siempre aparecen, tanto en el discurso como en la réplica. El PSE pretende marcar un perfil autónomo, lo que le lleva a cuestionar políticas de su propio Gobierno y hacer algún feo a sus socios. Elkarrekin Podemos-IU se muestra muy crítico e intenta proyectar un plan propio para el país que luego se desdibuja. El españolismo y el autoritarismo recalcitrantes resultan lunáticos en sus discursos, pero evidencian el poder de una minoría que vigila, amenaza y tiene derecho a veto frente a las mayorías sociales vascas.

Este año había otros elementos que, a priori, hacían el pleno algo más interesante. Se cumplía una década desde la investidura de Urkullu como lehendakari, pero su balance fue autocomplaciente y con signos de agotamiento. Mencionó la palabra autocrítica, pero en balde, porque en realidad repartió culpas a diestro y siniestro. No parece entender el malestar que provoca el empobrecimiento general o los problemas en Osakidetza. El de ayer era, además, el último Pleno General antes de las siguientes elecciones, previstas para junio. Urkullu no aclaró si se presentará, pero el discurso tuvo tintes de campaña y no parece que el PNV tenga alternativa. Es evidente que la sucesión de malos resultados electorales les está pasando factura. Otro elemento a tener en cuenta es la investidura del presidente español y las negociaciones de los partidos vascos y catalanes con el PSOE y Sumar.

Es un momento político apropiado para liderazgos compartidos que pongan el país y sus intereses por delante de las siglas. Ayer no se vio voluntad ni ambición para ello, pero la causa vasca requiere ahora una interlocución fuerte.