Manex ALTUNA
BILBO
ATHLETIC

Garrido y la conexión antifascista

El centrocampista de Algorta tuvo que colgar las botas al final de la temporada pasada, con 33 años, debido a las lesiones. Una despedida amarga para un capitán identificado con la afición del Cádiz al que llegó en Segunda B y ha dejado en Primera.

Garrido debutó en Primera en San Mamés.
Garrido debutó en Primera en San Mamés. (@ATHLETICCLUB)

Jon Ander Garrido (Getxo, 9 de octubre de 1989) admite en declaraciones a GARA que el último año como jugador «ha sido horrible». No podía disfrutar, «sufría». Una lesión incurable en la rodilla le ha alejado de la práctica profesional a los 33 años. Fue nada más arrancar la pretemporada de 2022 y se pasó todo el curso sin jugar. Sus últimos partidos los disputó la campaña anterior cedido en el Mirandés en Segunda. No ha sido el final que le hubiera gustado. Sin embargo, nadie le va a quitar el cariño que se lleva.

Los equipos y aficionados vascos, en general, siempre han mantenido una buena relación con el Cádiz y así suele quedar plasmado en cada visita mutua. Garrido confirma el aprecio con el que le han acogido y, como decía en su adiós, «me voy enamorado de esta tierra y empapado de cultura».

El ya exjugador de Algorta acudió a su última comparecencia ante los medios con una camiseta de Federico García Lorca. Según él mismo cuenta, era un homenaje al poeta fusilado por los franquistas y a Andalucía. «Ya que me marchaba quería dejar un detalle con la afición del Cádiz que es afín a los ideales que yo tengo», explica.

Garrido se declara abiertamente antifascista y mostró su apoyo a los trabajadores de la Bahía en distintas protestas. Asimismo, celebró un gol con el puño en alto en recuerdo de Baguetina, un reconocido aficionado cadista que falleció por un cáncer y llevaba la voz cantante en las Brigadas Amarillas. La música punk y su gusto por grupos como Kaos Urbano es otro de los rasgos que le caracterizan.

IDENTIFICACIÓN

Ese tipo de gestos y su forma de jugar, al ser un futbolista que ponía voluntad y lo daba todo en el campo, han sido claves para que los aficionados se sintieran identificados con él y surgiera esa «conexión». En este sentido, cree que en el «fútbol moderno» cada vez es más complicado ver esa complicidad. «No es posible que alguien del Cádiz, o el que pague su entrada, se pueda sentir representado por un jugador con un coche de 300.000 euros, un reloj de 100.000 euros y sin ningún ideal. La gente ve menos fútbol y se está alejando de su equipo. Es un problema que he vivido», explica.

El de Algorta no oculta que ha terminado bastante decepcionado en este aspecto. Recuerda que como muchos críos de su generación iba a San Mamés de pequeño e idolatraba a los jugadores. Luego, «vas creciendo, lo empiezas a ver como un trabajo y te vas desenamorando».

Ese desencanto con el mundo del fútbol no le ha impedido hacer buenas amistades y cita a José Mari y Ager Aketxe. Con el de Romo, que ahora juega en el Eibar, coincidió en Cádiz en varias etapas y mantiene una gran relación. También nombra a Negredo y Güiza, dos delanteros que tras haber ganado de todo durante su carrera, le han sorprendido por su forma de ser y humildad en el día a día.

Garrido es hincha del Athletic y suele acudir a San Mamés con su cuadrilla. Con 221 partidos con la camiseta del Cádiz a sus espaldas, hizo su debut en Primera en el estadio bilbaino. Fue el 1 de octubre de 2020 y participó en la victoria defendiendo el resultado con nueve jugadores. En plena pandemia, vivió uno de esos momentos que dan sentido a toda una trayectoria.

Sin pasar por Lezama, Garrido se formó en el Getxo y jugó sus primeros años en categoría regional con el equipo de su localidad hasta que fichó por el Barakaldo. Después de varios años en Segunda B con el conjunto fabril, recibió la llamada del Cádiz en 2014. Tras salir cedido al Racing de Ferrol, se afianzó en las alineaciones de la mano del técnico Álvaro Cervera en Segunda hasta lograr el ascenso y jugar en la máxima categoría.