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DE REOJO

En la trastienda


Tengo una duda insalvable, ¿existen las trastiendas o es un asunto del pasado inmediato? Las zapaterías, las boticas, los ultramarinos, los bares de alterne y hasta las iglesias tenían un lugar secreto que despertaba nuestra imaginación. Se llamaban trastienda y abonaban la leyenda, la mitología y hasta la libido. Ahora el uso del término forma parte del discurso distorsionado de la negociación política, económica y deportiva, ya que Florentino y sus secuaces, empezando por Ferreras, han decido impugnar la historia de la Liga con el inflado caso Negreira. No se pierden nada si no están al tanto. Es basura pestilente con informes policiales del corrupto nivel de los especialistas patrióticos.

Las trastiendas de la historia deben ser lugares indefinidos donde se versionan los hechos más o menos fiables. Por ejemplo, ahora mismo, en estos momentos que Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, diga públicamente que Ucrania va ganando terreno en el campo de batalla, ¿cómo se debe entender? ¿Es solamente un acto de soberbia y chulería o un reto a Putin para que se encabrone y ponga más carga militar en el frente y mantenga la guerra de manera indefinida? Lo deben resolver unos traficantes de sueños en una trastienda virtual.

Sobre las trastiendas donde chalanean los partidos políticos en estas noches de plenos parlamentarios hay mucha literatura de cordel y gin-tonic. A veces en la puertas pone sauna, club de libertinos y hasta hay escuelas de macramé. Se entra con contraseña que conocen unos cuantos seres vertebrados con wifi satelital incorporado.