A JOURNEY IN SPRING

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Metáfora espiritualista alrededor del cambio y la trascendencia, “A Journey in Spring” (“un viaje en primavera”) regala desde su propio título la clave para ser decodificada. El debut de la pareja de directoras taiwanesas Tzu-Hui Peng y Ping-Wen Wang, forjadas en el mundillo de las instalaciones y el cortometraje, respectivamente, acompaña a un anciano (King Jieh-Wen, al que vimos en “Hombres buenos, mujeres buenas” de Hou Hsiao-Hsien) durante el proceso de aceptación de la muerte de su esposa (Yang Kuei-Mei), repentina y absurda. La gran virtud de la película de Tzu-Hui y Ping-Wen recae en la escala deliberadamente pequeña que han tomado por referencia, que les permite esgrimir bien un ramillete de ideas sencillas y claras: por ende, sabemos de la compleja relación entre los abuelos por cómo abren un tarro, o por cómo él la busca siempre, aun refunfuñando.

También en la forma fílmica imperará la sencillez más desarmante sobre las formas visuales clásicas del aislamiento y la incomunicación, desde una composición que lo separa sistemáticamente del resto de personajes en plano, hasta el uso ya muy manido de la bulliciosa vista urbana con personaje triste comiendo en un rincón. Muy deudoras de Tsai Ming-liang (“Days”) pero también de Apichatpong Weerasethakul (“Tío Bonmee recuerda sus vidas pasadas”) en sus pasajes más reposadamente bellos y fantasmales, las taiwanesas juegan sobre el suelo seguro de una tradición bien regada, aunque les falta fuerza para ganar por mérito propio.