Maite UBIRIA

El «sí, pero» de Macron sobrevuela Corsica y da aire a otras banderas

«Un ‘sí, pero’ sigue siendo un sí», zanja Gilles Simeoni, dando por bueno que el compromiso con una autonomía «especial» para Corsica evocado por el presidente francés, Emmanuel Macron, dibuja un nuevo camino. En esta tesitura, Bretaña, Alsacia y Euskal Herria siguen con atención lo que ocurre y piden voz en el debate territorial.

Avión que transportó a Emmanuel Macron desde Corsica a la cumbre europea sobre migración, en Malta.
Avión que transportó a Emmanuel Macron desde Corsica a la cumbre europea sobre migración, en Malta. (Ludovic MARIN | AFP)

El presidente francés, Emmanuel Macron, saltó el viernes pasado de Corsica a Malta, dejando atrás «un marco nuevo al que habrá que dotar de contenido», concluyen portavoces de la mayoría nacionalista que gobierna en la Asamblea.

«Un ‘sí, pero’ sigue siendo un sí», resumía Gilles Simeoni en relación al compromiso, algo alambicado, del presidente de la República con una autonomía «especial» para Corsica.

En el matinal de RMC “Apolline matin”, el presidente del Consejo insular se declaraba confiado en que, pese a los obstáculos, los electos insulares encuentren los consensos que les permitan afrontar lo más difícil, definir en el detalle un nuevo estatus y trabajar al tiempo la luz verde en París.

UNA DISTANCIA CONSIDERABLE

Tres puntos marcan, hoy por hoy, una distancia considerable entre las posiciones del Estado y las que concitan mayor apoyo en la isla mediterránea.

El primero se refiere al enunciado sobre la existencia del pueblo corso. La Constitución francesa consagra en exclusiva el «pueblo francés» y la propuesta de Macron, que habla del pueblo corso en términos de «comunidad», será un elemento de debate.

Simeoni reconoce la carga emocional que acompaña a la noción «populu corsu», y, en su condición de abogado, considera que «habrá que hacer gala de creatividad jurídica» dentro de ese proceso que podría llevar a inscribir a Corsica en la Constitución de 1958.

Un 90% de los insulares apoyan la cooficialidad de la lengua corsa, y en sus reuniones en París, Simeoni afirma haber encontrado incluso en el conservador Senado galo un número de apoyos relativamente importante al bilingüismo. Sin embargo, «para desarrollar el bilingüismo es preciso contar con un estatus de cooficialidad», aclara. La falta de esa herramienta legal ha coartado, de hecho, la política lingüística de su ejecutivo en estos años. «Habrá de hablar más», remata Simeoni.

Finalmente, está la cuestión del «estatus de residente», una demanda muy compartida en una isla sometida a una fuerte presión inmobiliaria, pero a la que la República francesa hace ascos con el pretexto de que «rompería el principio de igualdad».

La «ciudadanía» es la clave de bóveda. En su reciente visita a Euskal Herria, invitado por EH Bai, el responsable de la comisión legislativa que ha trabajado en la elaboración de la propuesta de autonomía que aprobó el 5 de julio pasado la Asamblea corsa, Romain Colonna, recordaba que París ya ha transitado esa senda, al atribuir esa consideración de ciudadanía particular a territorios como Polinesia o Nueva Caledonia.

«Trabajo y perseverancia». Son las herramientas que propone Femu à Corsica, lo que le obligará a trabajar para reforzar el apoyo social y político a la nueva dinámica que marcará la vida político-institucional en los próximos meses.

La derecha insular, minoritaria, se desmarcó del voto de la Asamblea. Está por ver si modulará su estrategia en un proceso al que ha dado su aval el jefe del Estado.

Les Républicains (LR) advierte, por boca de su líder, Bruno Retailleau, que dotar de «poderes legislativos plenos» a Corsica no entra, por ahora, en sus esquemas políticos.

Corsica Libera optó por la abstención en julio, y exhibe una actitud de marcada desconfianza hacia el proceso pilotado desde el Ministerio de Interior, porque considera que el mismo es «un mero proceso de descentralización». Sustentará la dinámica del colectivo Patriotti, que convoca el 15 de octubre un acto en Corti, con la vista puesta en relanzar el movimiento soberanista.

CONGRESO DE REGIONES

Los ecos del debate de autonomía en Corsica han dado aire a otras banderas. Coincidiendo con la reunión de la Asamblea de Regiones de Francia en Saint-Malo, el presidente del consejo regional, Loïg Chesnais-Girard, se encargaba de trasladar a la primera ministra francesa, Élisabeth Borne, un claro mensaje: «En Bretaña queremos lo mismo».

El presidente regional portaba así la declaración adoptada por unanimidad -a excepción de la ultraderecha- en la institución que preside y en la que se aboga por una autonomía «legislativa, reglamentaria y fiscal» para Bretaña. Esa declaración, que avalaron con sus votos ecologistas, socialistas y hasta electos macronistas, llevaría aparejada la vocación de que Bretaña supere la división entre Rennes y Nantes. La vieja demanda de una región Bretaña, que englobe al actual departamento de Loire-Atlantique, se hace presente al calor del debate en Corsica.

Alsacia se suma, desde el otro extremo hexagonal, a ese incipiente debate territorial. La mayoría conservadora ha sido la que ha guiado al territorio hacia su actual estructuración en tanto que Comunidad Europea de Alsacia (CeA), lo que le dota de competencias transfronterizas para desarrollar programas económicos y lingüísticos con Alemania.

Unser Land aboga por que, «como Corsica y Bretaña, Alsacia, también se reafirme en sus demandas». En un comunicado, esta formación asegura que «en materia de derechos de minorías, el Estado francés solo habla con los fuertes». A su juicio, «Alsacia no puede quedarse atrás, y sus cargos electos deben exigir la voluntad de salir de Gran Este (macrorregión que incluye a los dos departamentos alsacianos, pero también otros ocho territorios franceses), obtener un estatuto de autonomía y salvar su lengua».

EVOLUCIÓN INSTITUCIONAL EN IPAR EUSKAL HERRIA

El proceso abierto en Corsica es observado desde cerca por formaciones vascas como Euskal Herria Bai y EAJ-PNB, que no dudan en ligar esa dinámica con el debate pendiente: la evolución institucional en Ipar Euskal Herria. La primera formación respondía, de hecho, al discurso de Macron en Corsica con un mensaje en redes sociales para defender que «en Ipar Euskal Herria también tenemos que construir nuevas mayorías en favor de la evolución institucional para que París nos escuche».

Recientemente, el presidente de la Mancomunidad Vasca, Jean-René Etchegaray, abogaba en las páginas de “Mediabask” por concentrarse en «demostrar la eficacia» de la Mancomunidad antes de pensar en avanzar hacia una entidad de mayor rango institucional.

En el orden del día de la reunión mensual del consejo comunitario de la Mancomunidad había una lista de 70 puntos en los que se abordan desde reformas de planes urbanísticos y ayudas para paliar los efectos de la erosión en localidades costeras, hasta renovaciones de edificios para acoger servicios médicos o educativos, sin olvidar los apartados presupuestarios. Son cuestiones importantes pegadas al territorio, pero no se pueden obviar las expectativas más globales que se abren en ese ambiente que se instala con procesos como los abiertos antes en Nueva Caledonia y ahora, más cerca, en Corsica.

La dinámica Bagira, que este otoño presentará los resultados de la encuesta que puso en marcha tras el Aberri Eguna de Itsasu con vistas a abordar los retos que centrarán la labor de un renovado movimiento abertzale, puede aportar con sus reflexiones otra referencia en ese debate que se abre paso en la muy centralista República francesa.