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AMBIENTE

Medio millar de realistas bastaron para llevar el encanto de Anoeta a Austria

Pese a venderse solo una tercera parte de las entradas enviadas por el Salzburgo por la complicación del desplazamiento, la Real tuvo su apoyo.

Los aficionados realistas animaron a sus jugadores y el equipo a su afición. (Mikel ITURRIA)

La Real volvía a viajar a la Champions diez años después de una edición en la que se vivió un desplazamiento masivo a Manchester por el encanto de Old Trafford y medio millar de aficionados quisieron acompañarla en el destino más complicado de esta fase de grupos y lograron que se escuchara más su apoyo que el de una fría afición local en una noche en Salzburgo con una alta temperarura que subió unos grados más en la zona reservada en el Red Bull Arena para los aficionados visitantes.

Los 1.800 kilómetros que separan por carretera Donostia de Salzburgo desaconsejaban esa opción y tampoco las combinaciones aéreas son muy propicias. Por ello, solo una tercera parte de las 1.500 localidades enviadas a la Real fueron adquiridas por aficionados blanquiazules que quisieron acompañar a su equipo. No se arrepentirán del primer viaje de Champions a un estadio de 32.000 localidades tras ser renovado para acoger partidos de la Eurocopa en 2008, lo que permitió al club crecer con el dinero de Red Bull, que por ello pone su nombre al equipo y al campo.

COMO EN CASA

Lo apoya más la empresa que la gente, sin ese calor que sí se notó entre los aficionados blanquiazules, que llevaron el ambiente de la grada de animación Aitor Zabaleta a Austria. Seguidores con un perfil diferente, con padres con sus hijos, mucha gente joven, parejas que no lo eran tanto... Y todos vibraron juntos con su equipo de principio a fin. Celebraron los dos goles de espaldas agarrados como en el nuevo Anoeta, cantaron el “Txoriak Txori” al final del partido y agradecieron el gesto de Traoré de aplaudirles al retirarse y que Barrenetxea, Oyarzabal, Aihen y Remiro se acercaran tras el partido a entregarles sus camisetas.

La afición local se comportó de maravilla con la realista, le felicitó deportivamente por la victoria, el trato del servicio de seguridad fue exquisito y además todos pudieron disfrutar de autobuses lanzadera para desplazarse gratis entre el centro de la ciudad y el campo que queda en las afueras. Todo, especialmente la victoria y el gran partido de la Real, contribuyó a que la tarde-noche fuera perfecta para los 500 que se animaron al viaje más difícil. Tuvieron su recompensa.