Koldo LANDALUZE
CRÍTICA: «LA TERNURA»

Desencuentros picarescos en una isla olvidada

Basada en la obra de teatro homónima de Alfredo Sanzol, “La Ternura” es una comedia romántica sobre enredos sentimentales en clave picaresca. El argumento nos traslada a una época en la que el destino de la mujer estaba ya decidido de antemano: con quién se casaría y bajo qué condiciones. Pero una mujer con toques mágicos, la Reina Esmeralda, se rebela contra ello: no quiere que sus hijas pasen por lo que ella pasó. Su odio a las convenciones y a los hombres es tan evidente que, en una travesía en barco con rumbo a las Indias, vislumbra una isla desierta y desencadena una tormenta para poder escapar con sus hijas a esta tierra de nadie.

No obstante, en dicha isla se toparán con un leñador y sus dos hijos, que huyeron de todo para alejarse de las mujeres.

Vicente Villanueva adapta de manera hábil el libreto original, centrándose en los constantes malentendidos sentimentales que experimentan los diversos personajes que aparecen en la trama. El guion avanza con fluidez a través de una serie de escenas satíricas y caricaturescas. Este desarrollo se presenta con un humor ligero y deliberadamente inocente, lo que crea una sensación de simplicidad dramática y en beneficio de un divertimento sin excesivas pretensiones y muy alejado de las intenciones que William Shakespeare imprimió en sus obras más livianas. Más allá de su encorsetada apariencia, predomina en el conjunto una saludable intención por hacer pasar un buen rato al espectador y recordarnos, una vez más, la inutilidad de eso que alguien llamó “guerra de sexos”. Mención especial merecen las interpretaciones que realizan Emma Suárez y Gonzalo de Castro.