XOLE ARAMENDI
DONOSTIA

Ojos que hacen de espejo

Miradas tristes, nostálgicas, rotas en otros casos. Ojos que interpelaron primero a Oskar Tejedor y que hacen lo propio con el espector a través de la obra del artista. Retratos en acuarela, esculturas y piezas performativas. La muestra “Re-tratos: infancia robada” está abierta en Okendo kultur etxea hasta el 15 de noviembre. El propio creador ofrecerá visitas guiadas esta tarde y el 8 de noviembre.

Oskar Tejedor, junto a una de sus obras.
Oskar Tejedor, junto a una de sus obras. (Jon URBE | FOKU)

Dos autorretratos dan la bienvenida al espectador. Imágenes que nos retrotraen a su niñez. Enfrente, una escultura que simboliza al artista ya de adulto en la que predominan elementos recurrentes en su última producción: jaulas que nos mantienen prisioneros. Plumas que simbolizan las alas con las que nacemos pero que terminan cortadas tras el transcurso de la vida. Cuerdas que nos tienen atados...

«Samuel Beckett la infancia la recuerda como la primera cometa que voló junto a su padre. Yo me dibujo como un pájaro que quiere volar. Cuando naces eres libre, tienes una puerta abierta a la imaginación, a lo que quieras. Luego se van cerrando y te vas metiendo en ti, esas alas se van cayendo; hay una constante, el sentimiento de sentirte atrapado», cuenta.

Tejedor no concibe su existencia sin la creación. Lo ha hecho desde pequeño, y la falta de formación -es totalmente autodidacta- ni la falta de material -«en Telleriarte [Legazpi] no era fácil conseguir pinturas»- han sido impedimento para dedicarse a ello.

Conocido por su faceta de director de cine social -“Cuidadores” y “En tránsito”, entre otros títulos-, la pintura era reservada a su ámbito más privado. “Re-tratos: infancia robada” es su primera muestra individual. Su debut público. «He sentido pudor, el proceso creativo es solitario, un monólogo contigo mismo. Hacerlo público es enfrentarte a la desnudez total. Me ha resultado un poco violento hablar del proyecto, es ahora cuando lo estoy racionalizando», confiesa. Lo tiene claro: «Todo proceso creativo es terapéutico». Le interesa transformar el dolor en belleza. «Todo contado de otra manera puede ser bello y de todo se puede salir, aunque cuando estás en el hoyo no ves más que oscuridad. Al final llegas a los corazones porque estás mostrando algo tuyo muy personal». La exposición tiene su germen en su estancia en París. «Lo dejé todo y me fui antes de la pandemia, por un problema familiar. Me dediqué a pintar. No sé por qué empecé a hacer retratos de niños, de manera compulsiva. Luego supe la razón. Estaba apelando a la infancia para encontrar mi propia identidad».

El grueso de la exposición lo componen cerca de 80 acuarelas que captan la mirada de niños y niñas que Tejedor ha conocido en sus innumerables viajes por varios continentes y diversas regiones: África, Asia, Latinoamérica, Europa... Ojos en los que se ha sumergido y que han hecho de espejo mostrándole al Oskar niño. También se exhiben esculturas y piezas performativas.

REINTERPRETAR

«Son reinterpretaciones, bien de fotografías que he sacado yo, bien de imágenes de fotógrafos que me gustan y de amigos que me han dejado instantáneas de su infancia y que yo he reinterpretado a mi manera», señala. Quiso compartir la experiencia vivida con gente cercana. «Les pedí que rescataran una secuencia de su vida que hubiera determinado su presente: su carácter, personalidad e identidad. Parece fácil, pero se pasaban una semana pensando. Al principio fue muy duro, pero luego me lo agradecieron. ‘He volado a mi infancia y me he reencontrado conmigo mismo’, me dijeron. Ha sido bonito», indica.

No solo la vista, también entra en juego el oído. «En algunos he puesto un QR donde puedes escuchar en voz propia la secuencia que eligieron. Los relatos de África, India y Latinoamérica los he interpretado yo», explica Tejedor.

«Claro que me gustaría seguir», responde al preguntarle si llegarán más muestras. «El cine está enconsertado, atomizado, globalizado y discriminado, las ayudas están destinadas a otras personas. Dedicándome a la temática social, ahora es mas difícil levantar un proyecto. Al final somos militantes. Pero mientras espero no desespero, actúo. Y si puede despertar conciencias, perfecto».

El proyecto tendrá continuación en un libro.