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AZKEN PUNTUA

¿Dejar de criticar a la banca? ¡Nunca!


Es lunes, setiembre y estoy en una oficina de Kutxabank. Llevo media hora en una fila que apenas avanza. Una empleada para atender a las 16 personas que esperan pacientemente, todas mayores de 65 años. La escena se repite al día siguiente y una semana después. Es algo normal. «Hay que acostumbrarse -me sugiere una señora-, los bancos son inhumanos». Con aquellas pocas palabras definió exactamente lo que hoy es cualquier negocio bancario, incluido el de Kutxabank. Mientras esperaba recordé una entrevista de su presidente. «Dejen de criticar a la banca», pedía a las organizaciones políticas y sociales al mismo tiempo que loaba el papel de la entidad en el campo de la «inversión y el empleo». La declaración del señor Arriola guarda olvidos interesados que darían la razón a mi compañera de fila. En primer lugar, recordar la venta por parte de Kutxabank de sus acciones en Euskaltel a un fondo buitre y los 50 millones de euros que, con esa operación, ganó la dirección de Euskaltel. Un robo legal que quedará en las hemerotecas. Habrá que recordar también las oficinas que la entidad ha cerrado en la CAV y los puestos de trabajo que ha suprimido, los desahucios y las comisiones abusivas que cobra por todo. ¿Dejar de criticar a la banca? Sería como regalarles el último suspiro de vida.