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EDITORIALA

El sinsentido de mantener los modelos lingüísticos


El acuerdo político sobre la reforma de la Ley de Educación dejaba de lado los modelos lingüísticos introducidos por la Ley de Normalización del Euskara en 1982 al considerar que estaban superados, simplemente porque la realidad de la enseñanza ha cambiado en los treinta años transcurridos desde entonces. Sin embargo, con el plazo a punto de cerrarse, una enmienda conjunta de PNV y PSE volvía a introducir la cuestión en el debate. Las diferentes versiones dadas por los socios sobre el sentido y el alcance de la enmienda no han hecho más que enredar la polémica sobre una cuestión que, simplemente, ha quedado obsoleta.

Basta con echar un vistazo a los datos para confirmar el anacronismo de este enfoque centrado en los modelos. En primer lugar, el modelo A -con el castellano como lengua vehicular- y el modelo B -con parte de asignaturas en castellano y parte en euskara- apenas son elegidos por dos de cada diez familias de la CAV y, como consecuencia, prácticamente han desaparecido del sistema público. De ahí que los centros que imparten docencia en modelos A y B sean mayoritariamente privados. El castellano se convierte, así, en una característica diferencial de su oferta. La consecuencia de este sesgo es que ha devenido en el principal elemento catalizador de la segregación en la enseñanza: mientras que en los centros privados del modelo A se concentra al alumnado de alto perfil socioeconómico, en el resto predomina el alumnado más vulnerable. En todos ellos la competencia en euskara es, en general, deficiente, por lo que no cumplirían el objetivo tantas veces proclamado de asegurar un nivel B2 en euskara.

Con estos datos, el debate sobre la idoneidad de mantener los modelos no se sustenta, por lo que el portavoz de Lakua, Bingen Zupiria, recurrió ayer a justificar la enmienda aludiendo al derecho de elección de los padres. Aunque Zupiria quiso apoyar al consejero Jokin Bildarratz, este es un elemento central de la retórica del PSE. Una libertad para escoger lo que se debe enseñar que, sorprendentemente, no se contempla en ningún otro aspecto del currículo. Si los modelos no son útiles y generan segregación, se deberían dejar de lado.