Raimundo FITERO
DE REOJO

Animales humanos

Es posible que estemos reviviendo alguna secuencia de hace unas décadas de una guerra interminable. El lenguaje se está convirtiendo en la primera bomba de destrucción masiva que se usa de manera indiscriminada. Calificar a dos millones de personas que viven en una franja considerada una cárcel al aire libre como «animales humanos» es el principio inexorable para emprender una tarea de exterminio genocida. Parece que es la misión amparada, aplaudida, protegida, auspiciada y apoyada con material de guerra de una parte de Occidente que no se sabe exactamente qué intereses políticos y económicos defiende.

Hagamos un inciso: Borrell, por una vez, ha estado más o menos en su sitio, advirtiendo de que lo que está haciendo Israel no es legal, ni apropiado, ni amparado por las leyes internacionales de defensa y saltándose de manera constante las resoluciones de la ONU.

Si aportar bombas, cobertura por tierra, mar y aire a las acciones israelíes en Gaza para matar indiscriminadamente se llama defensa, como hace Biden, estamos ante otra gran perversión. Defenderse es un concepto bastante comprensible, atacar y destruir todo vestigio de estirpe es un acto criminal de lesa humanidad. Y en esas estamos, utilizando, como en toda guerra, el lenguaje para destruir los conceptos básicos y la verdad. Fabricando bulos y rumores que los más tontos de cada casa repiten de manera obsesiva y los lanzan contra los otros de manera miserable. Hay una estrategia de agitación callejera con aires golpistas que irradia desde las cavernas madrileñas de la extrema derecha.