Iñaki LEKUONA
Periodista
AZKEN PUNTUA

Silencio

Tres años después de que, al grito de Allahu Akbar, un asaltante degollara a un profesor de Historia por haber mostrado unas caricaturas de Alá en clase de educación cívica, otro docente ha muerto en circunstancias parecidas, levantando las ampollas de una herida que no termina de cicatrizar en una Francia que se dice republicana y laica pero que de tanto en cuanto muestra los huesos descarnados de una osamenta centralista y cristiana que, a pesar de las fracturas, sigue en pie.

Francia tiene un problema de integración. Hace cuarenta años, cien mil personas entraban en París en la Marcha por la Igualdad y contra el Racismo, despectivamente la marche des beurs, para denunciar las desigualdades sociales y la xenofobia. Cuatro décadas después, las estadísticas confirman que el sistema que confinó a los inmigrantes en los arrabales de las grandes ciudades no ha conseguido dar respuesta a las demandas de aquellos jóvenes. La docencia, que entonces gozaba de reconocimiento social y estatus en la administración, hoy está desconsiderada social y políticamente, hasta el punto de que numerosos puestos de enseñanza siguen vacantes un mes después de la rentrée. Esos profesores que no existen no podrán guardar el solemne minuto de silencio que ha solicitado el nuevo ministro de Educación.