Raimundo FITERO
DE REOJO

Improbabilidad

Una palabra arrebatadora nos puede llevar hasta la consecución de un premio al esfuerzo. Si alguien empieza una frase aludiendo a la improbabilidad de lo que sea, es probable que todo acabe en un baño de risas o en el descorche de una botella de sidra. No hay muchas salidas del laberinto de los jeroglíficos obtusos. Puedes escuchar un audio compuesto a base de frases, erratas y exabruptos y no ser capaz de identificar ni el idioma, ni la voz de quien ha pronunciado la mayoría de esos dislates. Ni siquiera en un programa de humor descerebrado es posible codificar todos los mensajes cruzados.

Por lo tanto, si se empeñan en colocar en bucle a Feijóo, Biden, Borja Mari, Ortuzar, Marlasca, Cuca, González Pons, Iglesias y Ayuso, estos dos últimos en el día de su cumpleaños que es el mismo, con toda seguridad te parecerá que las mentiras de los portavoces israelíes ante cualquier momento de esta barbaridad que vivimos forman parte de la misma cofradía del santo escupitajo. Y sin esforzarse.

Por lo tanto, imbuido por el concepto futbolístico de madridismo sociológico que inspira a un juez de la caverna con ansias de ser admitido en el palco del capo Florentino para medrar, aguanto las velas, me subo al olivo más alto, confronto mis reflejos californianos sobrevenidos con las canas ancestrales y ruego a mis gnomos del jugo de aporías que no sea cierto lo que acaba de decir un biólogo experto y no lleguemos jamás a ese punto irreversible de que haya en nuestros mares más plásticos que peces. Que se acepte por activa, pasiva, acción u omisión como una innegable improbabilidad.