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LONDRES

Rishi Sunak cumple un año en Downing Street con poco que celebrar

Después de un año en Downing Street, el primer ministro británico, Rishi Sunak, tiene poco que celebrar y las elecciones previstas para el próximo año prometen ser muy difíciles para su partido. Sus esfuerzos desesperados por revertir la deriva conservadora iniciada hace años parecen haber gastado sus últimas cartuchos.

El primer ministro británico, Rishi Sunak, sale del 10 de Downing Street.
El primer ministro británico, Rishi Sunak, sale del 10 de Downing Street. (Justin TALLIS | AFP)

Rishi Sunak llegó al poder el 25 de octubre de 2022, después de los catastróficos 49 días de Liz Truss en Downing Street, obligada a dimitir tras sembrar el pánico incluso en los mercados con sus promesas de recortes de impuestos sin financiación.

Ella misma había sucedido al turbulento Boris Johnson, que dimitió en julio de 2022 tras una sucesión de escándalos, incluido el de las fiestas ilegales en Downing Street durante la pandemia, que remataban la deriva conservadora iniciada tras el Brexit.

Desde entonces, varios reveses en elecciones parciales han puesto de relieve las dificultades de Sunak para restaurar la imagen de su partido.

«Cuanto más ve la gente a Sunak, menos le gusta», considera Tim Bale, politólogo de la Universidad Queen Mary de Londres. «No encarna realmente la autoridad, no da la impresión de controlar los acontecimientos. Parece estar pasando de una iniciativa política a otra, en un intento desesperado de ganarse el favor de los votantes», indica.

Según Richard Hayton, asociado de la Universidad de Leeds, Sunak calmó las luchas partidistas entre los conservadores y «contribuyó a restablecer cierta credibilidad» en el cargo del primer ministro pero «no ha conseguido presentar una visión coherente o convincente» que pueda convencer a los votantes.

El Partido Laborista lleva más de un año con una ventaja de dos dígitos en las encuestas para las legislativas. Los esfuerzos de Sunak por tomar el control de la situación no han revertido la crisis. En enero, el primer ministro estableció las cinco prioridades de su mandato, entre ellas reducir a la mitad la inflación, reactivar la economía e impedir que los barcos de inmigrantes crucen el Canal de la Mancha. Un año después, la inflación ha caído pero se mantiene en el 6,7%, el crecimiento sigue siendo mínimo y más de 26.000 inmigrantes han desembarcado en las costas inglesas desde enero de 2023 frente a los 46.000 del año pasado.

Este otoño cambió de estrategia como «candidato del cambio» frente a su rival laborista, Keir Starmer, a pesar de que los conservadores llevan 13 años en el poder. Ha dado marcha atrás en políticas medioambientales y confirmó que abandonaría la construcción de un tramo de una costosa línea ferroviaria de alta velocidad.

A pesar de todo, su popularidad ha caído a un mínimo histórico y una encuesta de la semana pasada dio al laborismo una ventaja de 12 puntos.

Las esperanzas del primer ministro se basan ahora en una mejora de la situación económica que dé un respiro a los británicos afectados por una grave crisis y el elevado coste de la vida, y también se espera que intensifique los ataques personales contra Starmer. Pero Bale cree que los votantes ya han elegido el cambio, que no encarnan ni Sunak ni los conservadores.



Rebelión en el laborismo por el apoyo de Starmer a Israel

El líder del Partido Laborista británico, Keir Starmer, afronta una creciente rebelión entre sus filas por su apoyo a Israel frente al asedio de Gaza, que ha provocado la dimisión de al menos 19 concejales y las quejas de decenas de diputados. Starmer tuvo que matizar su posición ante el riesgo de que haya una sangría de votos de cara a los comicios en los que el Partido Laborista es favorito. Desde que llegó al liderazgo del partido, Starmer, cuya esposa es judía y tiene familia en Israel, se ha esforzado por acercarse al colectivo judío después de que su predecesor, Jeremy Corbyn, fuera acusado de antisemitismo. Starmer ha mostrado su apoyo «inequívoco» a Israel y aboga por su «derecho a la autodefensa», en el que incluyó el bloqueo de los suministros a Gaza. Su ambigüedad a la hora de condenar la agresión del Ejército israelí a los palestinos y su resistencia a pedir una pausa humanitaria a los bombardeos han agravado la situación.GARA