Raimundo FITERO
DE REOJO

Enuncia y renuncia

Las consignas del enemigo hay que descifrarlas con los manuales del contraespionaje clásico. Un ejemplo sencillo, de primero de Mortadelo: ponerle la cámara y el micro a Borja Mari de manera exhaustiva es conformar una figura de un belén apócrifo donde queda claro que la contaminación acústica del barrio de Salamanca ha convertido a esta pretendida esperanza de moderación en un sarcástico modelo de petulancia, la correa de transmisión entre la nada y la inexistencia. Cuanto más minutos se le ofrecen, aunque sean patrocinados, más revela ser un poeta del ripio de calendario zaragozano.

No cabe la menor duda de que se trata de una táctica del sanchismo mediático, lo mismo que se trata de un suicido en diferido, de una venganza del casadismo silente, el que salga cada día el amigo del narco a demostrar que es una caricatura de un simulacro, un dependiente de las ocurrencias asalariadas de sus servidores de frases acomodaticias y cargadas de pasado imperfecto. Quien enuncia, renuncia. Y como estamos en la sección del laberinto más cargada de impulsos y pistas imposibles, lo más normal es que suban el volumen de su griterío de espantapájaros de la cebada agria.

Pero queda todo lo demás. Quedan enunciados y renuncias. Quedan frases y fotos. Quedan secuelas y precuelas. Persisten las dudas razonables, ¿habrá investidura y legislatura o al final se irá a elecciones en enero antes de la tamborrada? Los que llevan el Excel de estos asuntos ponen a Ortuzar y Urkullu en tierra de nadie, atentos a sus negocios y encuestas. Enuncio: lo de Gaza es un insultante genocidio.