Saco sin fondo

La crónica de una sesión parlamentaria de investidura tan cargada de tensiones prefabricadas no se puede resolver acercando los sentimientos o los ideales al receptor esperando que una aplicación nos desvele las autorías y fundamentos de los principios manifestados, ni siquiera ayuda consolarse con la forma más mayestática, trufada de populismo y seriedad argumental del candidato que usa recursos retóricos escalonadamente y logra reventar las atribuladas esfinges de la bancada de la extrema derecha bicéfala que intentan mostrarse como unidades diferentes de su destino en lo universal.

Todo está sobrecargado de edulcorantes o toxicidades. Las líneas programáticas para buscar la aprobación de la cámara que está previsto sean con ciento setenta y mueve votos favorables, se desgranan ante sus señorías con una facilidad sobrecogedora. Dice las promesas, enuncia los pactos, remata las conclusiones dejando al siguiente en intervenir sin apenas posibilidades de hacer otra cosa que patalear y buscar titulares en los medios afines, aplausos histéricos y asentimientos tribales de quienes llegan convencidos de su radical insignificancia. Después vendrán socios, amigos, empoderados, desenchufados, convencidos y superadores de la desidia, todo un ceremonial que nos llevará a que hoy sea elegido Pedro Sánchez y comience una legislatura que vendrá marcada por las atrocidades ultras, las agresiones verbales, los desprecios antidemocráticos y esas imágenes incalificables de rezos, muñecas hinchables y desquiciados fachas ignorantes. Todo va a ir al saco sin fondo del olvido.