GARA Euskal Herriko egunkaria
JOPUNTUA

Vaya tropa, compañeros


Viejas arrodilladas en las aceras rezando el rosario por la salvación de España al lado de muñecas hinchables de dilatados orificios entre gritos de «estas son las ministras del gobierno», arengas del dicharachero obispo Munilla y sus colegas en Radio María: «la amnistía a los políticos catalanes es inmoral porque se ponen en juego los valores cristianos». No así llevar a Franco bajo palio ni proteger pederastas; al parecer, el perdón es propio de pusilánimes y de las fuerzas satánicas. Alguna posesa desmomificada emitiendo alaridos de ultratumba para estupor de viandantes.

Togados al servicio de la reacción reclamando justicia, apolíticos empresarios apoyando a la derecha; guardiaciviles prometiendo derramar hasta la última gota de su sangre en la defensa de España, que no está mal, acostumbrado como está el benemérito cuerpo represor a verter la sangre de los demás en las diferentes asonadas y golpes de estado a lo largo de la historia.

En Madrí, banderas de los Tercios de Flandes en manos de sujetos ataviados con casco de los conquistadores españoles al lado de individuos en edad adulta portando escudos de capitán América tuneados con la rojigualda. Rapados nazis con esvásticas junto a melenitas cayetanos con Ralph Lauren clamando contra la dictadura. Los de «la España que madruga» al ser gaupaseros de clubs nocturnos que nunca dieron palo al agua llamando a la huelga general. Marlasca maricón, Irene Montero chupapollas y Pedro Sánchez hijo de puta, las consignas de la movilización que va a salvar España.

Imposible caricaturizar la caricatura. Donde la hipérbole reina sobre el concepto resultan vanos los argumentos.

Podemos decir, parafraseando al poeta, que media España sigue ocupando España entera con la vulgaridad y el desprecio total de que son capaces, frente al vencido, aquellos fascistas que ganaron la guerra y cuarenta años después impusieron la transición. El perro murió de viejo y por eso la rabia sigue latente.

Hay que ir rompiendo amarras y después darle duro al remo en la ciaboga. Por salud.