Raimundo FITERO
DE REOJO

Las atmósferas

Así, de carrerilla, existen en orden ascendente: troposfera, estratosfera, mesosfera, termosfera y exosfera. Esto está certificado por la ciencia más pragmática. Después viene la unidad de presión denominada atmósfera que equivale a la presión que ejerce la atmósfera terrestre al nivel del mar y se regulariza con el llamado barómetro de Torricelli y tiene muchas aplicaciones en diversos ámbitos con los que nos relacionamos de manera cotidiana. Volvamos a la irrealidad de lo tangencial político, especialmente si uno está inmerso en este preciso instante en una atmósfera electoral inconcebible.

Lo que hoy se dirime en Argentina va mucho más allá de cualquier teoría política, ni siquiera alumbrada por las filosofías sicoanalíticas más contundentes, todo se parece mucho a un capítulo de una serie experimental multinacional en donde se están aplicando herramientas de desinformación, vaciamiento de cualquier significado político en los actos y promesas y que provoca un corrimiento ideológico hacia las posturas más ultras, más pretendidamente abocadas al daño irreparable de todo el reglamento de inspiración de las democracias liberales imperante y que se identifican como lo ideal. Al menos lo que ha ido funcionando hasta vermú de hoy.

Votar a la contra es votar desde el vacío. Es un síntoma degenerativo. Decadente. Entreguista. Algo aplicable globalmente. Entre tantas atmósferas sería importante detectar el lugar donde se respira la que esté más cargada de moral, de ética, de esperanzas políticas de cambio. Esta atmósfera algunos la llaman utopía.