XOLE ARAMENDI
DONOSTIA

Máquinas de ingenio, cruce entre arte, ciencia, tecnología y sociedad

Tabakalera se convierte hasta el 4 de febrero, más que nunca, en el espacio donde confluyen el arte, la ciencia, la tecnología y la sociedad. La muestra “Máquinas de ingenio. Jakintzen bidegurutzean” es el resultado del proceso de trabajo protagonizado, codo a codo, por cuatro artistas y miembros de centros de investigación como Donostia International Physic Center, Tekniker, BCC Innovation y Basque Center on Cognition, Brain and Languaje.

La exposición se puede visitar hasta el 4 de febrero.
La exposición se puede visitar hasta el 4 de febrero. (Gorka RUBIO | FOKU)

Marina Otero, Laura MM, Amaia Vicente y Elsa Yranzo son las creadoras participantes. Cada una de ellas ha ideado un prototipo en un intento de responder a los desafíos que plantean los tiempos actuales, con cuestiones vinculadas a la robótica, la neurociencia, la nutrición, la vinculación de datos, la sostenibilidad o la ingeniería. Para ello, han trabajado en equipo junto a científicas, filósofos, poetas, ingenieras o matemáticos.

Cabe señalar que el Centro Internacional de Cultura Contemporánea de Donostia fue seleccionado el año pasado como una de las sedes de CIRCE (Creative Impact Research Center Europe), el grupo de reflexión interdisciplinar e internacional dedicado a la cuestión de cómo la política puede apoyar las economías creativas y su impacto. Está impulsado por el Gobierno alemán y su objetivo es la experimentación e investigación sobre la innovación cultural.

En contra de las exposiciones habituales, centradas en el resultado final, la muestra de Tabakalera pone el foco sobre el camino realizado, el proceso en sí. María Ptqk señaló en la presentación que, en este caso, el punto de partida ha sido «la apuesta por los modos de trabajar. Los cuatro proyectos tienen en común la metodología de trabajo experimental y colaborativo».

REFLEXIÓN

«En un mundo que cambia tan rápidamente necesitamos reflexionar. El arte y la ciencia siempre van de la mano, ya que cada descubrimiento científico tiene su impacto en el arte», manifestó.

Clara Montero comparte esta opinión. «En un mundo que cada vez va más rápido, necesitamos expertos en diversas materias, pero también la implicación de artistas imaginando nuevos futuros». «Pedro Miguel Etxenike dijo que es necesario crear un ecosistema donde gente normal haga un gran trabajo. Yo diría que más que gente normal necesitamos gente diferente», dijo. En el ala sur, al inicio del recorrido, el visitante se encuentra con un exoesqueleto en movimiento continuo, un holograma y un vídeo que documenta la interacción entre la paciente-artista y la tecnología, explorando los límites entre máquina y organismo y su impacto en la percepción del cuerpo “normal” y la influencia tecnológica en la plasticidad cerebral y el aprendizaje. El proyecto ha sido desarrollado por la artista Amaia Vicente y los investigadores de Tekniker Johan Kildal y Ane San Martin, junto a la colaboración de Gogoa Mobility Robots.

El segundo prototipo de la muestra es una colaboración entre la artista Laura MM, las investigadoras Manuela Ruzzoli y Marta La Pietra, del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL), y el grupo de Neurohacking de Medialab Tabakalera. La instalación, titulada “C. El punto justo del conflicto cognitivo”, especula sobre la infancia de C, una inteligencia artificial que aspira a ser artista.

La primera colaboración entre BCC Innovation, el centro tecnológico en gastronomía de Basque Culinary Center, y Tabakalera ha dado como resultado Sugar Detox Clinic, una creación de la artista Elsa Yranzo, la doctora en ciencias gastronómicas Elena Romeo y el chef investigador Nahuel Pazos. La instalación, a medio camino entre la parodia de las terapias y la distopía futurista, se presenta como una clínica de desintoxicación para abordar la adicción al azúcar.

“Compost computacional”, resultado de la tercera colaboración entre el Donostia International Physics Center (DIPC) y Tabakalera, es una obra de la arquitecta e investigadora Marina Otero Verzier, con la colaboración científica de Txomin Romero, Silvia Bonoli, Raúl Angulo, Jens Stücker y Fernando Álvarez González (UPV-EHU). La obra examina el impacto ambiental del almacenamiento de datos. La instalación incorpora un sistema de vermicompostaje -proceso de descomposición de materia orgánica utilizando lombrices-, alimentado con el calor de simulaciones astronómicas del DIPC.

Para finalizar, en la sala norte de Tabakalera, la exposición ofrece una perspectiva de la convergencia entre arte, ciencia, tecnología y sociedad, exhibiendo colaboraciones realizadas desde 2020.