Los 11.073 accionistas del Eibar están citados esta tarde para votar las cuentas de la pasada temporada. Algunos ya lo han hecho de forma telemática y la mayoría optará por hacerlo en la Asamblea General Ordinaria que acogerá el Teatro Coliseo (19.00) aunque se prevé que la asistencia, como es habitual, sea muy limitada.

Menos costumbre hay de ver el color rojo en los números de la entidad armera. Pero con el equipo anclado en Segunda, el balance arroja pérdidas por segundo año consecutivo y sucede lo mismo en el presupuesto diseñado para esta temporada. No es fácil saber el alcance exacto de los daños, empeño que dificulta la cosmética contable, pero en las dos campañas que han transcurrido desde que descendió, las pérdidas han reducido en doce millones el patrimonio neto de la sociedad, ahora de 59,24 millones, pese a la inyección de la ayuda al descenso y los fondos CVC.

Dentro de lo malo, la temporada 2022/23 se ha cerrado con pérdidas, aun siendo millonarias, inferiores a las previstas. El balance que votarán los accionistas cumple con lo presupuestado a nivel de ingresos, 9,86 millones de euros de cifra de negocios, 200.000 euros más de lo previsto. La diferencia es considerablemente mayor en las pérdidas, que alcanzan los 8,66 millones. Sin ayuda al descenso, son cinco más que el ejercicio anterior aunque tres menos de lo que se había planteado hace algo más de un año. Como es habitual, la parte del león se la vuelve a llevar el gasto en personal deportivo, pese a que se redujo en casi un 20%, para quedar en 11,58 millones de euros.

Los números que se plantean en el presupuesto de la temporada 23/24 son bastante parecidos. Se prevé una cifra de negocios de 9,71 millones y unas pérdidas de 11,67, que se cubrirán de nuevo con el dinero de la caja fuerte. Será la última ración de la tarta, después de que tras el descenso en 2021, el Consejo de Administración trazara un plan a tres años para regresar a Primera División. Para ello apartó veinte millones de euros de sus ahorros, a repartir en estas tres temporadas para hacer frente a la caída de ingresos e intentar configurar una plantilla lo más competitiva posible y mantener una estructura y unas inversiones que crecieron enormemente durante la estancia del Eibar en Primera.