Raimundo FITERO
DE REOJO

Centenario

Visto desde el abismo, el siglo pasado contiene una historia de la humanidad variable, episódica, atrabiliaria, con dos guerras enmarcadas en un rubro de mundiales e infinidad de acontecimientos que, indudablemente, cambiaron el destino del relato sobre la política y sus posibilidades de cambio y transformación. No se puede abrir este compartimento de la memoria sin entrar en pánico. O en desilusión. Que alguien como Henry Kissinger haya muerto a los cien años significa que su siglo de vida, gobierno, influencia y poder configuran una parte importante de la ignominiosa presencia de los ejércitos armados, económicos y desestabilizadores de USA en los momentos más desastrosos de la segunda mitad del siglo XX.

Es casi imposible desligar su biografía de golpes de Estado, ascendencia de dictadores, genocidios, movimientos antidemocráticos en todo el globo. Su presencia mediática fue, durante décadas, constante. Sus análisis de las situaciones conflictivas y las resoluciones aplicadas forman parte de su legado maquiavélico, instructor de sofismas imperialistas, instaurador del cinismo diplomático por encima de cualquier otro valor contingente. Con todo lo que podamos argumentar, tras la acumulación de cientos de miles de muertos debido a sus intervenciones evidentes o secretas, sus opiniones se analizaban porque escondían una sabiduría de la maldad que ayudaba a esclarecer las dudas de otros dirigentes melifluos. El fin era lo único valorable. Los medios no importaban. Así llegó a centenario, conviviendo su conciencia con terribles crímenes de guerra.