Raimundo FITERO
DE REOJO

Precio y valor

Como son tantas las veces que debo poner un titular a estas secreciones neuronales, no sé si soy necio por genética ya que acostumbro a confundir de manera recurrente el valor y el precio. Aunque hoy, en mañana ofuscada, no sé si se refiere el titular al precio que se paga o se cobra por tener valor. Y ya que estamos, valor para ser valeroso, justo o valor para ser mentiroso, ruin, canalla y repugnante manipulador. Porque tanto los periodistas como los jueces que están subidos en el toro mecánico de la desestabilización no tienen valor, aunque sí han puesto precio a su descrédito. Son mercenarios subsidiarios.

Uno se siente compungido por el precio del tabaco en Euskadi Norte. Esta subida que lo puede hacer prohibitivo en ciertas semanas del mes, ¿es una medida económica o sanitaria? Aseguran los estadísticos de las medias mentiras que el precio influye en el consumo. ¿Alguien ha dejado de fumar para ahorrar dinero? La pregunta es mefistofélica. He sido fumador empedernido, viví cinco años en abstinencia y llevo más de tres quinquenios siendo un no fumador. Mi recuerdo es que fumar no se podía cuestionar, el presupuesto para este hábito era estructural. Nunca me faltó jamás en ninguna circunstancia un pitillo ni cerilla o encendedor.

Ahora mismo, iniciando este mes de los incentivos al gasto, de tantas luces navideñas en nuestras calles que nos propician una sugestión reversible, se me hace muy distópico mirar las secciones partidistas de los medios de comunicación. Veo a las jerarquías de algunos partidos y siento pena. Y se regurgita el valor y precio o viceversa.