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EN NOMBRE DE LA TIERRA

Pinceladas en movimiento para un drama polaco


En 2017, DK Welchman y Hugh Welchman emprendieron la titánica odisea cinematográfica titulada “Loving Vincent”. Este proyecto implicó la creación de 65.000 cuadros de película, cada uno meticulosamente pintado a mano al óleo para emular la obra pictórica de Vincent van Gogh. “Loving Vincent” se erigió como un extraordinario homenaje al genial pintor, dando vida a sus creaciones de una manera cautivadora e impactante. Ahora, regresan con “El nombre de la tierra”, otro proyecto de asombrosa ambición que combina la filmación en acción real recreada a partir de 40.000 cuadros al óleo. Aunque el tema de esta nueva obra es considerablemente más oscuro que las coloridas pinceladas de uno de los artistas más famosos del mundo, el resultado es igual de cautivador. Como continuación de “Loving Vincent”, DK y Hugh Welchman han dirigido su atención hacia la novela de principios del siglo XX “Los Campesinos”, escrita por Wladyslaw Reymont.

La trama se centra en Jagna (Kamila Urzedowska), una joven cuya reputación en el pequeño pueblo polaco de Lipce es ensombrecida por la creencia infundada de que es promiscua. A pesar de la falta de justificación para tales acusaciones, Jagna se embarca en una relación prohibida con Antek (Robert Gulaczyk), un granjero casado. La trama se complica aún más cuando el padre de Antek, un viudo adinerado e influyente, Boryna (Miroslaw Baka), busca una nueva esposa y pone sus ojos en Jagna. En su película, sus autores no solo continúan su exploración temática y visual, sino que también ofrecen una inmersión impactante en las complejidades de la percepción pública, los vínculos amorosos y las consecuencias desgarradoras de las decisiones impulsivas.