Iñaki LEKUONA
Profesor
AZKEN PUNTUA

Olentzero

Miles de personas se congregaron el sábado en el centro de Baiona para el lanzamiento de farolillos. Cuánta poesía en ese espectáculo mágico en el que el firmamento de la capital laburdina se llena de miles de luces temblorosas que vuelan como queriendo formar parte del cielo estrellado de estas fechas prenavideñas. Las linternas son de papel de arroz y de bambú, biodegradables, pero no todas; solo las que vende el ayuntamiento al festivo precio de 8 euros. El resto son de las de toda la vida, de alambre que se engancha a los árboles una vez que caen. De hecho, hace un par de años esta ceremonia se prohibió por el riesgo de incendios, pero el ayuntamiento consiguió una derogación que expira ahora; se ve que debe de quemar más la ausencia de turistas que el fuego de los bosques. El sábado el lanzamiento se anuló. Las condiciones meteorológicas dejaron a miles de personas con las ganas. Pero no hay que preocuparse: habrá otro intento a pesar del impacto que pueda tener sobre nuestra flora y fauna, como una metáfora del mundo en el que vivimos y que se agita ahora como pollo sin cabeza en el COP28. Tenemos mucho que cambiar, pero Olentzero se ha aliado con el enemigo, que no es otro que nosotros mismos, tirándonos un tiro en el pie o farolillos hacia el cielo.