Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
GOLDA

Un relato unilateral

El filme adopta una narrativa unilateral, enfoque comprensible hasta cierto punto al centrarse exclusivamente en la perspectiva del gobierno y el ejército de Israel. El filme tampoco pretende ser un testimonio absoluto de la verdad, porque eso “mancharía” lo que Nativv busca transmitir, la gran admiración que siente por Golda Meir.

Los diálogos y el contexto bélico reflejados intentan mantener una interesada vinculación con la actualidad, especialmente en escenas que involucran a Kissinger y Meir, discutiendo sobre la implicación de la Unión Soviética en el conflicto. Estas conexiones contemporáneas son evidentes, incluso cuando Nattiv introduce toques humorísticos para suavizar estas escenas y fortalecer la imagen materna y de abuela que representa la estadista israelí. Al igual que en muchas otras narrativas similares, el cineasta busca transmitir un mensaje antibelicista al mostrar a Meir en su lecho de muerte y reproducir una grabación de su histórico encuentro de posguerra con Sadat en 1977. Los créditos finales dedican la película a todas las víctimas de la guerra, independientemente de su afiliación en el conflicto. Sin embargo, a pesar de sus aparentes nobles intenciones, una transmisión más efectiva de este mensaje requeriría una representación visual completamente diferente, que involucrara de manera inevitable la presencia en pantalla del otro bando, junto con un examen más crítico de las ambigüedades morales en su país. La interpretación de Helen Mirren, oculta tras capas de maquillaje que la transforman en la primera ministra israelí, es notable, pero es muy poco estímulo de un producto cuyo estreno está directamente relacionado con el horror que Israel está cometiendo en territorio ajeno. Este biopic tan solo busca justificar el desempeño de Meir en el contexto de Israel.