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«CAMINO A BELÉN»

Con túnicas y a lo loco


Adam Anders estuvo involucrado en el musical “High School Musical” y, en esta versión un tanto marciana de los acontecimientos que rodearon al nacimiento de Jesús en Belén, demuestra su experiencia ubicando la cámara y guiando a los actores en las escenas musicales.

Para empezar, resulta valiente la elección del género, el musical, dentro de una trama ya sabida, pero que, en esta ocasión, se toma ciertas licencias que a veces provocan una risa involuntaria. Muchas de las canciones y las coreografías nos llevan a otras referencias como “Mamma Mia” o “La bella y la bestia” y en su conjunto rezuma un espíritu muy Disney. En total, alrededor de diez canciones dan vida a la trama, donde participan activamente María, José, los Reyes Magos, Herodes, el hijo de Herodes y el coro de ángeles. La trama se teje desde tres puntos de vista y narraciones que convergen en un mismo espacio geográfico: los Reyes Magos en su viaje guiados por la estrella; María y José, en Nazaret y Belén; y Herodes en Jerusalén.

El guion utiliza el humor como un elemento de conexión, no solo entre las canciones, sino también dentro de la propia historia. La intención es que el espectador no tome la narrativa del nacimiento de Jesús demasiado en serio, permitiendo que la atención se desplace hacia otros subtemas. Aunque el humor se destaca como la segunda fortaleza de “Camino a Belén”, en ocasiones la película parece no tomarse en serio a sí misma, lo cual repercute negativamente en sus intenciones. No obstante, cumple su función al establecer una conexión efectiva con el espectador, siendo los Reyes Magos y el Ángel Gabriel los portadores clave de este elemento humorístico. Otra cuestión no muy favorable es la presencia de Antonio Banderas ejerciendo de “roba escenas” en su rol de Herodes.