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JOPUNTUA

Revolcón en el encierro


Para cuando estas líneas se publiquen, Joseba Asiron volverá a ser alcalde de la vieja Iruña y, simultáneamente habrá dejado de regir la capital navarra la señora Ibarrola. Ante este hecho tan normal y democrático como una moción de censura, la derecha regionalista navarra y su hermana mayor española han organizado uno más de sus numeritos rasgándose las vestiduras al grito de «Pamplona no se vende», equivalente al «España se rompe» de hace bien poco, como respuesta a la investidura de Sánchez. Hablan de traiciones y otros términos similares con tintes épicos, o más bien de tragedia. Lo cierto es que Asiron en su mandato anterior dejó un buen sabor de boca entre la ciudadanía, sabiendo tender puentes, completando su gobernanza con una normalidad que sus enemigos no podían soportar. Por el contrario, en el poco tiempo que Cristina ha estado al frente del consistorio ha ratificado la fama que ya le precedía de antes, de persona difícil y poco generadora de trabajo en equipo, por lo que no puede decirse que se haya hecho muy popular y, buena prueba de ello es el escaso éxito cosechado por la convocatoria de concentración en la plaza del Ayuntamiento en el que apenas congregaron a 10.000 personas, pese al apoyo del PP que desplazó para el evento a sus primeros espadas. La imagen de la plaza distaba muchísimo de la que nuestras retinas guardan del chupinazo sanferminero anual con las calles a reventar de personal.

Hoy, Cristina está calentando los motores de los suyos y al parecer presionado a la gente del PSN para que no apoye la moción, además de vaticinar que su rival no traerá más que euskara, ikurriñas e imposición, que para ella son lo mismo, y le acusa de juntarse solo con los que piensan como él. Pero Asiron gana la moción y ella se va por su inmovilismo y por falta de apoyos para gobernar.

Dice que saldrá por la puerta grande. Vale, y si prefiere, a hombros de Esparza. Pero que salga, que de eso se trata.