Amaia U. LASAGABASTER
DOCE MESES DE FÚTBOL FEMENINO

#Seacabó un año de estrenos, partidas y reivindicaciones

2023 se despide con un nuevo campeón mundial, la rebelión en los cinco continentes de futbolistas hastiadas por su situación y la retirada de un buen número de jugadoras históricas. Irene Paredes ha levantado cuatro trofeos para confirmar el mejor palmarés del fútbol vasco, el Eibar ha regresado a la elite y el fútbol europeo ha estrenado competición con la vista puesta en los Juegos de París.

(SVENSKA FOTBOLL)

Acaba el año del #Seacabó. Bien podría ser la palabra de 2023 después de que los acontecimientos que se vivieron en la final del Mundial destaparan las miseras de la Federación Española y despertaran una ola de solidaridad por todo el mundo, donde las futbolistas ya venían levantando la voz.

Se había acabado ya en Canadá o en Francia como después lo hizo en Jamaica. También en la NWSL, donde el año comenzó con fuertes sanciones por casos de abuso y acoso. Después salió la luz el trato degradante a sus jugadoras del entrenador del Alhama Randri García, que cumplirá dos años de suspensión. Y en otoño, las futbolistas de la Liga F se iban a la huelga en demanda de mejoras salariales.

En la cruz del año también han cabido las siglas más temidas: LCA. La rotura de ligamento cruzado anterior se ha vuelto a cobrar un sinfín de víctimas, incluyendo a Marta Unzue, Puyi o, por segunda vez, Cecilia Marcos.

Por ley de vida han colgado las botas Nekane Díez e Iraia Iparragirre y a nivel internacional, la lista tampoco ha sido apta para corazones sensibles: han dicho adiós a sus selecciones Marta, Sinclair o Seger. Y han colgado las botas, entre otras, Van Wyk y Rapinoe.

La estadounidense, además, lo hizo con dos espinas clavadas. Se le escapó la NWSL en la final -su último partido oficial- y, sobre todo, cayó en octavos de final del Mundial. Un gol fantasma en la tanda de penaltis enviaba a casa a la tetracampeona, que siempre había pisado el podio.

No fue la única campanada de un torneo histórico por un sinfín de razones. Hubo récords, primas para todas las futbolistas participantes, un nivel inesperadamente alto de las selecciones más humildes, lo que multiplicó la emoción, y un campeón inédito. Sobreponiéndose a sus problemas institucionales, España fue de menos a más para ofrecer un fútbol espléndido en las eliminatorias y acabar haciéndose con el título.

Levantaron el trofeo Oihane Hernández e Irene Paredes, que ya se había adjudicado en los meses previos Liga, Supercopa y su primera Champions para confirmar el mejor palmarés del fútbol vasco.

Lamentablemente, el logro de las futbolistas rojigualdas quedó opacado por la actuación de Luis Rubiales. Afortunadamente, el lamentable espectáculo del ya expresidente de la Federación Española devino en un escándalo monumental del que, no sin pocos dolores de cabeza, las internacionales españolas, ahora sí respaldadas por la opinión pública, han salido fortalecidas.

Paredes y Oihane han puesto la sonrisa al fútbol vasco, junto a las campeonas europeas sub19 Jone Amezaga, Sara Ortega y Maite Zubieta, y un Eibar que ha regresado a Primera, cruzando su camino con el del Alavés.

El nombre propio del año ha sido el de Aitana Bonmatí, que ha tomado el testigo de Alexia Putellas, ganándolo todo a nivel colectivo e individual. Y tiene pinta de empezar 2024 en las mismas: es la gran favorita al The Best que se entregará en enero y en febrero disputará la fase final de la Nations League, con dos billetes a los Juegos de Paris en liza.