Maddi TXINTXURRETA
LA LUCHA FEMINISTA POR EL SISTEMA DE CUIDADOS

Falta poner la mesa y que no se enfríe

La huelga feminista general del 30 de noviembre fue un logro inédito por colocar la reivindicación del derecho colectivo al cuidado en la agenda social y política vasca. Ahora, el movimiento feminista tiene dos grandes retos: mantener el pulso en la calle y sentar a las instituciones en la mesa.

Pancarta desplegada frente al Ayuntamiento de Bilbo el 30N.
Pancarta desplegada frente al Ayuntamiento de Bilbo el 30N. (Aritz LOIOLA | FOKU)

Huelga feminista general. No es lo mismo decirlo que hacerlo, y en Euskal herria, por primera vez, se ha hecho, con el liderazgo del movimiento feminista en un encuentro de agentes sindicales y sociales convencidos de que hay que revertir el actual sistema de cuidados, tendente a la privatización y dependiente, a gran escala, de mujeres que cuidan gratis o en precario.

El 30 de noviembre, día del parón, fue resultado de un largo proceso que el movimiento feminista abordó con la creación de la coordinadora Denon Bizitzak Erdigunean para actuar sobre la problemática de los cuidados que la pandemia acusó aún más. El 30N fue una demostración de la fuerza que absorbieron todos los agentes en el proceso de preparar la huelga y rubricar un Acuerdo Social con amplio consenso y medidas concretas, pero también la prueba de que la reivindicación por el derecho colectivo al cuidado ya está en la agenda social, ya está en la calle. «Está en las conversaciones de la gente, en los medios de comunicación, en las asambleas», señala Ainhoa Olaso, de Bilgune Feminista.

Pero el 30N no empezó ni acabó nada, más bien fue «el punto de inflexión de un plan de acción», según Olaso. Aquel día de piquetes y manifestaciones fue un «no» rotundo al actual sistema de cuidados que las instituciones públicas de Euskal Herria moldean privatizando servicios y externalizando a las mujeres (a las mujeres migrantes con más fiereza) las carencias del propio sistema. Fue un giro de 180 grados para caminar hacia un sistema de cuidados público y comunitario, un giro que las instituciones deberían acompañar si no quieren dar la espalda a la ciudadanía.

Por ello, la huelga supuso también un aldabonazo colectivo en las puertas de los ayuntamientos, diputaciones y gobiernos autonómicos que sus inquilinos políticos deberán atender tarde o temprano.

LAS CARTAS ESTÁN REPARTIDAS:

el conglomerado de alianzas que hizo posible la huelga envió sendas misivas a los gobiernos de la CAV y de Nafarroa para reclamarles que formen una mesa intersectorial -«con representantes del movimiento feminista, de todos los sindicatos, de trabajadoras de medios rurales, de asociaciones ecosociales, de los colectivos de trabajadoras del hogar...», detalla Olaso- para abordar las medidas que contempla el Acuerdo Social. «Sabemos que los cambios no vendrán de un día para otro, pero queremos abordar las propuestas para formar un sistema de cuidados público, para dignificar las condiciones de trabajo de las trabajadoras de cuidados y las reivindicaciones por unas vidas dignas. Deberemos identificar cuáles pueden ser los acuerdos mínimos», abunda Olaso.

Ahora falta poner la mesa. De momento, solo han recibido la respuesta de Lehendakaritza de la CAV, que afirma que sus peticiones pasarán por el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales de Nerea Melgosa. A pesar de ello, el movimiento feminista seguirá insistiendo.

QUE NO CADUQUE

Y seguirá insistiendo en la calle, para que la reivindicación por el derecho colectivo al cuidado, por un sistema de cuidados público y comunitario, siga en la mesa social. Y que no se enfríe. «No solo dentro del movimiento feminista, sino en todos los sectores», destaca la integrante de Bilgune Feminista y de la coordinadora del 30N. Y no solo para mantener los cuidados en la agenda, también «para generar cambios y dar pasos», agrega Olaso.

El primero de los impulsos para dar esos pasos, para que el consenso social sobre el sistema de cuidados no caduque, para mantener y ampliar alianzas, se producirá el 28 de enero, cuando el movimiento feminista de Euskal Herria celebrará una asamblea nacional en Gasteiz.

En definitiva, buscará mantener el pulso en las calles y que las instituciones se sienten a negociar el Acuerdo Social. La base ya es sólida, ahora toca construir.