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Año Nuevo


Ya tenemos el flamante calendario en la pared o sobre la mesa, lleno de prometedores días por estrenar. Será posiblemente uno de esos pretenciosos y feos calendarios -como casi todo lo que hacen ellos- que nos ha regalado el banco; o tal vez uno de alguna Virgen u otro vip del muy mundanal cristianismo; o quizá uno de esos cientos con las temáticas más sorprendentemente peregrinas que comercializa nuestra consumista -porque se consume y nos consume poco a poco- economía.

“Año nuevo, vida la de siempre”, escribió Josep Plá en “La huída del tiempo”, un librito delicioso que bien nos puede acompañar y alegrar estos primeros pasos por el 2024. Y como el irónico payés, yo también me contentaría con que la ciencia y la tecnología en lugar de avanzar retrocedieran, y es que casi siempre avanzan a costa nuestra; y que la media de la estupidez y de la frivolidad humanas no registraran grandes subidas.

A pesar de la modestia de estos deseos, me temo que el mundo seguirá avanzando pero que no progresará en absoluto, y es que todas las pasmosas ingeniosidades mecánicas del ser humano no afectan para nada bueno a su naturaleza íntima, sino que la inclinan un poquito más a la zafiedad y a la inconsciencia. Año nuevo, vida la de siempre.