Itziar ZIGA
Escitora y feminista
JOPUNTUA

Cristina Ibarrola: que nunca encuentres chacha

Cuando mi amatxo logró separarse a la edad que tengo yo ahora, con dos hijas a su cargo, sus posibilidades laborales descendieron aún más. Ella, que no pudo ir a la universidad por ser mujer. Ella, que iluminaba una habitación con su presencia. Me lo suele recordar mi amada filósofa tijuanense Sayak Valencia: qué lista era, qué placer charlar con ella de madrugada. A Maribel Ziga le tocó lo que les sigue tocando a multitudes feminizadas, precarizadas, ahora además migradas: limpiar y cuidar. Hubo jefas que la trataron bien, pero todas la malpagaron. Durante diez años no durmió en su cama. Mi vida es mejor que la suya porque se sacrificó, es decir, porque fue tremendamente explotada para darme esa formación que a ella le fue negada. Existe un convenio de los trabajadores para todos los oficios y otro, de condiciones mucho peores para un solo oficio, el de las trabajadoras del hogar ajeno. Semiesclavitud feminicida. Hiervo de rabia.

«Gracias a las señoras que limpian y cuidan. A las que limpian escaleras, y a las que limpian culos (así se refieren en tono despectivo a las auxiliares de dependencia). Con salarios bajos y condiciones laborales precarias. Invisibles para muchos. Todo mi respeto para ellas», lo dice Eva Nasarre, esa encantadora chavala que puso de moda los calentadores y la gimnasia televisiva, tras la infamia proferida por Cristina Ibarrola: «nunca sería alcaldesa con Bildu, prefiero fregar escaleras». Lo dice Eva Nasarre, ahora dependiente por enfermedad... ¡y quién no es dependiente, acaso no somos interdependientes, acaso hay algo más valioso que el cuidado mutuo!

Mira el mal que te deseo, Cristina Ibarrola, un mal a tu bajura: que nunca, en tu puta vida, vuelvas a encontrar a trabajadora alguna que te limpie la casa. Para el 99% de mujerizadas no sería un problema, ni una posibilidad: nosotras limpiamos nuestras moradas, mucho o lo que nos dé la puta gana. Para ti, desde tus despreciables privilegios, el abismo. Fíjate, esa sería mi venganza.