GARA Euskal Herriko egunkaria
DE REOJO

A doble velocidad


Así, de entrada, nos encontramos con un reto incorrecto: ¿doble o nada? Los propósitos secretos, ocultos, menos convencionales y que intentan sobresalir del carril de lo obvio, se van a enfrentar con la más conspicua realidad social, familiar, sentimental o vegetal. El lema que presida mi vida en este año bisiesto quiere ser: poco a poco. Pero ¿cómo encajo en un mundo en el que parece ser que una inmensa mayoría de mis coetáneos ven los filmes y vídeos, escucha los pódcast en doble velocidad? ¿A qué viene tanta prisa? Se escuchan los mensajes de audio en WhatsApp en doble o triple velocidad, pero de eso a ver un vídeo, aunque sea de una comida familiar o de una cena de empresa, con urgencia, va la distancia entre lo orgánico y lo patológico.

Cierto es que mirar a ciertas realidades prefabricadas del ámbito político partidista se necesita o un abstinencia presencial, o un ejercicio de aceleración de los tiempos para que tantas obviedades no ocupen más de lo que se dedicaría a una noticia sobre el pulgón de la calabaza en África meridional. Esa doble velocidad que, aplicada a una circunstancia sucedida en Galicia, con un barco que no queda clara su bandera de y que ha provocado una crisis ambiental al perder unos miles de kilogramos de pélets de plástico, es decir micro plásticos que han invadido sus costas, ¿es comparable esto al Prestige? Duda razonable. A velocidad normal parece menos peligroso de manera inmediata para el medio ambiente. A doble velocidad, me parece más sugestivo que se hayan aparcado doscientos aviones Boeing 737, porque se desprendió en pleno vuelo una ventanilla.