Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
AGENTE X: ÚLTIMA MISIÓN

Un albañil de armas tomar

Aaron Eckhart encarna a un exespía de la CIA que ahora trabaja como albañil. Un buen día, aparece un tipo llamado Radek (Clifton Collins Jr.) en Grecia, que deja a su paso un reguero de cadáveres y amenaza con filtrar un archivo ultrasecreto sobre los negocios ilícitos de la CIA. Se supone que Radek debería estar muerto, eliminado por el protagonista. Así que su antiguo jefe (Tim Blake Nelson) lo recluta de vuelta y lo envía al terreno junto a otra agente (Nina Dobrev), quien descubrió el paradero del villano Radek. Lo que sigue a continuación es muy fácil de imaginar: un festival de carreras y tiroteos muy genéricos, pero pobremente elaborados.

REFRITO DE TÓPICOS

El director Renny Harlin, otrora experto en cintas de acción, se maneja con mucha torpeza, asumiendo un guion repleto de tópicos, supuestas frases ingeniosas y giros de trama demasiado familiares. Este thriller de acción es como una versión de segunda categoría de una película de los años 90 y, si hubiera optado por un discurso más desenfadado y menos serio, tal vez hubiera funcionado mucho mejor.

Todo en su historia es desfasado y obvio, desde el “MacGuffin” -el archivo secreto que podría hundir la imagen de Estados Unidos- hasta el típico personaje que puede conseguir cualquier cosa y pasando por las numerosas escenas de pelea tan aparatosas como poco efectivas. De todas formas, lo peor de esta nueva entrega cinematográfica basada en la serie de libros escritos por Noah Boyd, no radica en su recital de clichés, sino en el pobrísimo desarrollo de sus personajes. Ejemplo de ello es el rol asumido por Nina Dobrev a la hora de intentar dar sentido a una agente que, en clave de florero decorativo, se limita a cumplir con lo que dictan las normas de la Agencia para la que trabaja.