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Interview
Asier Moreno Vizuete
Escritor

«Me interesa poner énfasis en la parte oscura que hay dentro de nosotros»

Nacido en Barakaldo en 1988, lleva apenas cinco años dedicándose a la literatura tras haber vivido en ecoaldeas del Pirineo navarro. Con su segunda novela, ‘‘Hija de la frontera’’, acaba de ganar el Premio Minotauro, el galardón más importante de literatura fantástica del Estado español.

(NAIZ)

Asier Moreno Vizuete vive en una suerte de nube tras la concesión del galardón aunque, según nos dice, ahora le toca poner los pies en la tierra. Su novela ‘‘Hija de la frontera’’ bebe de muchas fuentes, pero permanece fiel a unos registros de representación propios de la literatura fantástica en su vertiente más oscura y distópica. En sus páginas nos trasladamos a un mundo futuro dominado por la corrupción y la lucha de poder, un mundo de reminiscencias legendarias que hunde sus raíces en la mitología euskaldun.

Muchos son los que han definido «Hija de la frontera» como una novela en la tradición del grimdark. ¿Está a favor de esta clase de etiquetas?

A mí, en general, no me gusta catalogar las cosas porque creo que eso les resta complejidad. No obstante, si tuviera que adscribir mi novela a un género diría que, efectivamente, se trata de un grimdark en el sentido de que Ilda, la protagonista de ‘‘Hija de la frontera’’, se nutre de las típicas características de los héroes de fantasía pero, tal y como está descrita, es un ser de carne y hueso.

Porque, ¿qué elementos definen o deberían definir el grimdark como género?

Dentro de la tradición de la novela fantástica, siempre se ha dicho que el grimdark ofrece una visión más realista y más sangrienta de la realidad que retrata. Pero para mí eso es algo anecdótico. Lo que creo que define este tipo de narraciones es que no se mueven tanto en términos simples, localizando donde está el bien y donde está el mal, sino que apuestan por la ambigüedad moral poniendo el foco sobre esa amplia gama de grises que define el carácter de sus personajes. En muchas novelas de fantasía los héroes suelen ser seres demasiado luminosos, pero el grimdark, y a mí es justamente eso lo que me interesa del género, contrarresta esa idealización poniendo el énfasis en esa parte oscura que hay dentro de todos nosotros.

Leyendo su novela da la sensación de que es la obra de alguien que antes que escritor es lector, en lo que tiene de homenaje y de exaltación de un género.

Sí, de hecho, recuerdo perfectamente la noche en la que inicié la lectura de ‘‘El señor de los anillos’’ a instancias de mi padre. De repente, yo que no leía mucho, me sorprendí devorando 63 páginas del tirón. Aquella lectura, por lo tanto, me marcó y me predispuso hacia la literatura de género y de un modo más concreto hacia la literatura fantástica. Pero lo cierto es que yo he leído de todo y que cuando empecé a escribir lo hice alejado de estos registros.

¿Qué referentes ha tenido o qué autores le han influido para dar forma a esta novela?

Las influencias son muchas y de hecho la mayoría no las localizo en el género fantástico. El escritor que más me ha marcado es Tom Spanbauer, el creador del concepto ‘‘literatura peligrosa’’ al que luego se acogieron otros autores a los que también debo mucho, como Chuck Palahniuk. El lema de estos escritores es ‘‘busca el dolor y escribe desde él’’ y eso es algo que a mí siempre me ha guiado. De hecho, esta novela bebe más de ahí que del canon fantástico y gracias a ello creo que he podido crear unos personajes intensos en los que cualquiera puede reconocerse a la hora de confrontarnos con aquello que no estamos haciendo bien.

Entonces, si tuviera que elegir una influencia concreta sería esa, aunque claro, hay autores más específicos como Joe Abercrombie, el llamado ‘rey del grimdark’, o Steven Erikson, a los que me encanta leer y cuya influencia también es manifiesta.

Son muchos los que afirman que las distopías y los grimdark, en el fondo, no dejan de ser distopías. Son obras que encuentran más eco en tiempos de incertidumbre como los actuales, ¿está de acuerdo?

Sí, sobre todo reflejan una mirada nihilista y sarcástica aunque a mí, como autor, también me interesa ser luminoso y hablar sobre el amor como un sentimiento que nos moviliza. Sin esos vínculos afectivos que establecemos, no somos nada.

Ese elemento está ahí, eso es innegable, pero en el modo en el que describe las diferencias de clase, el ejercicio del poder, la enfermedad o el machismo de algunos personajes es fácil encontrar ecos de la sociedad actual. Eso le da a su novela una dimensión más allá de lo fantástico.

El género te permite recrear un mundo alternativo desde donde te es más fácil confrontarte con ciertas cosas que, obviamente, forman parte de nuestro presente. En este sentido, por supuesto que mi novela encierra un discurso político y social, primero porque yo lo tengo y segundo porque creo que hay ciertos escenarios de conflicto sobre los que hemos de reflexionar conjuntamente si queremos solucionarlos. Ese discurso refleja mi manera de ver el mundo y para construirlo lo que he hecho es evocar una sociedad futura (o no) donde están latentes ese tipo de conflictos.

Más allá de ese universo imaginario que describe en su novela, llama la atención la creación, también, de un lenguaje alternativo en las comunicaciones que se dan entre los distintos personajes ¿Por qué llevó a cabo esta apuesta? ¿No temió que ello pudiera dificultar el acceso del lector a la historia?

De hecho lo está dificultando, hay gente que me dice que le cuesta entrar en la novela precisamente por el hecho de haber apostado por ese lenguaje. El tema es que a la hora de describir esa sociedad futura yo imaginé un mundo corrompido donde, entre otras cosas, se ha corrompido también el lenguaje. Al principio tenía unos esquemas de cómo debía funcionar esa comunicación, pero después, al igual que me ha pasado con la historia que narro en la novela, ese lenguaje fue emergiendo solo. Eso es algo que pasaba también en ‘‘La naranja mecánica’’, donde los personajes hablan utilizando expresiones creadas por ellos mismos y cuesta entrar, pero cuando entras lo haces con la convicción de estar accediendo a un mundo nuevo donde hay muchas cosas nuevas, empezando por el lenguaje. Quería que el lector se sintiera un poco fuera de lugar.

Teniendo en cuenta ese léxico y el modo en que describe los escenarios en los que transcurre la acción, ¿diría que «Hija de la frontera» es una novela para iniciados en el grimdark o puede ser disfrutada por cualquier lector?

Siempre se ha dicho que los lectores de literatura fantástica constituyen una comunidad muy cerrada, pero creo que esos escenarios cada vez se están ampliando más. El éxito mundial de ‘‘Juego de tronos’’ es un buen indicador al respecto. Dicho esto, también es verdad que yo asumo que ‘‘Hija de la frontera’’ es una novela para minorías, pero eso no la invalida para el resto de lectores. Yo siempre les digo lo mismo a los no iniciados en el género fantástico: si no te van las hechicerías, si te pierdes en ese universo alternativo, si el lenguaje te distancia de la historia, da igual, sigue adelante y piensa que lo que estás leyendo podría acontecer en cualquier otro contexto y funcionaría igual, quédate con eso.

La protagonista de la novela es una mujer fuerte, empoderada, algo que llama la atención en un género como el grimdark, protagonizado mayoritariamente por figuras masculinas. ¿Por qué esta elección?

Yo tuve la suerte de vivir una adolescencia donde tuve más amigas que amigos. No sé si eso marca, pero el caso es que en todas mis novelas, incluso en aquellas donde los protagonistas son hombres, el personaje más fuerte siempre es una mujer. No es algo premeditado, aunque obviamente sienta que las historias tienen que empezar a cambiar y que los que nos dedicamos a escribir debemos dar voz a quienes históricamente han estado silenciados, pero en mi caso es algo que me sale solo.

¿Cómo fue trabajando la evolución del personaje? Porque, de entrada, es alguien que resulta bastante ambigua, que se va desvelando poco a poco…

Ilda es un personaje tan fuerte que se fue imponiendo poco a poco. Según iba escribiendo e iba conociendo más al personaje, su pasado, su niñez, iban cobrando más consistencia a la hora de explicar la singularidad del personaje. Ese es uno de los motivos por los que la novela está escrita desde el presente hacia el pasado. Obviamente, al empezar a escribir una novela como esta siempre parto de un esquema, pero luego ese esquema se va transformando en la medida en que hay cosas que voy encontrando sobre la marcha y esas cosas hacen que el personaje adquiera una dimensión que, de inicio, no tenía. Con Ilda me pasó un poco eso.

Volviendo al tema de los escenarios, ¿en qué medida un paisaje como el de Euskal Herria le ha influido a la hora de diseñar la Baronía de Arborias y el resto de paisajes de la novela?

No solo el paisaje sino la propia esencia de la mitología euskaldun está muy presente en la novela. Pero por ceñirme al tema de los escenarios, te diré que yo permanecí ocho años de mi viviendo en el Pirineo navarro. Por eso, cuando me dicen que qué bien describo la naturaleza en el libro, es normal, porque la conozco de primera mano, he absorbido todos esos paisajes y creo que su autenticidad sirve para darle una dimensión muy orgánica al relato. Los propios personajes están muy apegados al territorio y a lo que implica una cultura de cooperación en aras de garantizar su propia supervivencia.

Esta es su segunda novela y ha recibido el Premio Minotauro. ¿Cómo encajó dicho galardón?

Ahora empiezo a digerirlo y a darme cuenta de lo que implica para alguien como yo, que apenas lleva cinco años dedicándose a la literatura. Que en este poco tiempo haya conseguido alumbrar una novela que ha sido reconocida con el mayor premio de literatura fantástica que hay en este país, pues imagínate todo lo que supone para mí. Pero lo que toca ahora es poner los pies en la tierra porque hay gente que se piensa que por ganar un galardón como este ya tienes el camino despejado para dedicarte profesionalmente a escribir, y no es así. Esto es una carrera de fondo y toca apretar mucho los dientes porque cuesta mucho ganarte el pan escribiendo.