Iñaki LEKUONA
Periodista
AZKEN PUNTUA

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Gabriel Attal, a sus 34 años, es el primer ministro más joven de la quintarepública, esa que, a pesar de haber alcanzado la edad de jubilación, sigue en pie sin que ninguno de los presidentes que anunciaron su defunción durante sus candidaturas respectivas haya sido fiel a su palabra.

El último, Emmanuel Macron, propuso hace unos meses una nueva reforma que permitirá, entre otras cuestiones, organizar referendos más fácilmente, «repensar» una descentralización administrativa hoy día casi inexistente o abrir las puertas de la constitución al derecho al aborto o a la protección del medioambiente. Todo ello sin tocar las bases de una república presidencialista y centralizadora que dentro de tres años tendrá a tiro el partido de ultraderecha de Marine LePen, que ya ha anunciado que su primer ministro será su sobrino político y actual presidente del RN, Jordan Bardella, todavía más joven que Attal y situado en lo más alto de las encuestas. Tanto que, según la mayoría de analistas políticos, la nominación de Attal responde más a una voluntad de frenar a la extrema derecha en vista de la campaña de las europeas y de las futuras presidenciales que a una decisión por mejorar la gestión del país. O sea, que tenemos por delante un gobierno de propaganda electoral.