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EDITORIALA

El «modus operandi» de un Estado autoritario


Varias publicaciones conjuntas de “La Vanguardia” y “elDiario.es” han revelado que entre la Diada de 2012 y el año 2016, altos cargos del Gobierno de Mariano Rajoy y del PP organizaron campañas para desacreditar a los líderes del independentismo catalán. En esa guerra sucia involucraron a un buen número de policías que se dedicaron a obtener testimonios que, aderezados con información confidencial, sirvieron para elaborar informes falsos. Convenientemente filtrados a la prensa, provocaban actuaciones fiscales o denuncias anónimas que realimentaban las campañas de desprestigio. Los perpetradores no se detuvieron ante nada y llegaron a amenazar al responsable de la Banca Privada de Andorra y a investigar ilegalmente al fiscal jefe de Catalunya.

Las revelaciones son de una extrema gravedad y muestran de qué mimbres está construida la tantas veces glorificada democracia española. El juego sucio, la manipulación, la extorsión, la amenaza, los procedimientos ilegales y el uso de los recursos del Estado contra la disidencia política forman parte de una cultura autoritaria que nada tiene en común con la democracia. La investigación periodística muestra el modus operandi de un Estado opresor y arbitrario y pone sobre la mesa su carácter profundamente antidemocrático. Ante su incapacidad de convencer, se dedica a reprimir sistemáticamente a todo aquel que defienda un proyecto político que cuestione su proyecto de dominación. Las revelaciones muestran asimismo que este uso fraudulento de los aparatos del Estado ha sido siempre avalado desde las más altas instancias del Gobierno y del PP, como en su día la organización y financiación del GAL estuvo dirigida por los más altos responsables del Gobierno del PSOE.

Aunque no le restan gravedad, estas informaciones sobre la guerra sucia en Catalunya poco sorprenden en Euskal Herria. Es la consecuencia de la falta de ruptura tras la muerte de Franco, de que no se depuraran los aparatos del Estado y de que nunca haya habido una verdadera transición que democratizara el Estado español. Es la gran asignatura pendiente.