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La ABAO recupera al Mozart más libre y virtuoso con «El pacto del Serrallo»

No es que «El pacto del Serrallo», una de las óperas más representadas en vida de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), se estrene ahora. Ya lo hizo en 1782, en Viena. La cuestión es que la ABAO, en su primera propuesta para este año, la ha traído de nuevo 29 años después de su última representación en Bilbo. Y será un debut en todos los sentidos para el elenco, para la directora... y, en realidad, también para el público. Se prevé espectacular.

El equipo de esta ópera, con Jessica Pratt (3i) y Lucia Marín (4i). (Oskar MATXIN | FOKU)

Famosa sí, pero poco representada en los últimos años por la dificultad técnica que entraña, a raíz del montaje de “El rapto en el Serrallo” de la ABAO Bilbao Opera, parece que se ha puesto de moda: Milán o Viena también la han programado. En Bilbo se ofrecerán cuatro funciones el 20, 23, 26 y 29 de este mes.

Aquí los datos: Este es un estreno absoluto con una propuesta ideada por el musicólogo e historiador italiano Mariano Bauduin, director de escena de la que definen como una versión «exótica, cautivadora y sensual». Bauduin ha puesto esta ópera de Mozart en relación con el teatro napolitano, con la alegría y desparpajo más popular. La escenografía es de Nicola Rubertelli y el vestuario de Odette Nicoletti, dos grandes nombres.

Dirige Lucía Marín, quien debuta en la temporada al frente de la Euskadiko Orkestra para enfrentarse a una partitura deslumbrante, colorista y llena de dificultades: «Este es un Mozart especial, un Mozart virtuoso -apuntó ayer en la presentación de este estreno-, donde hay una oda a la comedia, al amor y a la libertad. En esta fábula subyace un mensaje de libertad. Si estamos atentos a las palabras de los personajes protagonistas, se ve que tienen una relación absoluta de mujeres libres y ese es un mensaje muy actual, que estoy segura de que va a calar en todo el público. Todo esto va macerado con la excelencia, el virtuosismo y la perfección que nos exige Mozart».

El cuarteto protagonista está formado por las sopranos Jessica Pratt y Leonor Bonilla, y los tenores Moisés Marín y Mikeldi Atxalandabaso. Un grupo con características muy especiales, muy virtuosos, llevados al extremo por un Mozart muy exigente. «Las dos sopranos y los dos tenores, e incluso el bajo, estamos en el límite técnico y en el límite de tesitura. No es fácil, porque de repente estás en la tesitura alta y tienes que bajar, y eso, a nivel técnico, es muy complejo, y muchas veces, como digo yo, nos encontramos con el culo al aire», apuntó con humor el tenor vasco.

La historia arranca así: Konstanze (Jessica Pratt), una joven dama española, su criada inglesa Blonde ( Leonor Bonilla) y el criado de su prometido, Pedrillo (Mikeldi Atxalandabaso), son hechos prisioneros por piratas, que los venden como esclavos al rajá turco Selim (Wolffgang Vater), quien convierte a Konstanze en su favorita. Alertado por las cartas que ha logrado enviar su criado, Belmonte (Moisés Marín), el prometido de Konstanze, llega a palacio para liberarlos.

La australiana Jessica Pratt rechazó la propuesta de debutar como Konstanze en la Ópera de Viena el mes pasado, para «encontrarse» por primera vez con este personaje en Bilbo. A partir de ahí, le ha salido también Milán. Un regalo para un personaje que es, dijo, «una mujer muy fuerte, muy inteligente y muy determinada».

Considerada como una ópera en la que destaca la resiliencia de sus dos protagonistas femeninas, “El rapto en el Serrallo” tiene muchas intrahistorias. Jessica Pratt: «La tercera aria que canto, la más conocida, es ‘Tortura a todas horas’. Porque las mantienen retenidas en contra de su voluntad, pero curiosamente al final de la ópera y como consecuencia del razonamiento de las dos protagonistas, el sultán se convierte en una persona magnánima, ofreciéndoles la libertad a los cuatro amantes». Lo corroboró la sevillana Leonor Bonilla: «Los extranjeros, que se supone que son menos civilizados, dan al final de una lección humanidad. La genialidad de Mozart es que, en clave de humor, da un mensaje con mucho fondo».