Asier VERA SANTAMARÍA
[ BERNARDO ARÉVALO ]

El socialdemócrata impulsor de la nueva «Primavera» heredada de su padre

(Johan ORDOÑEZ | AFP)

Sí se pudo», gritó el nuevo presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, desde el balcón del Palacio Nacional acompañando a miles de personas que coreaban el mismo lema tras su toma de posesión. Desde el lunes, el país centroamericano cuenta con un presidente escritor nacido hace 65 años en Montevideo (Uruguay). Es hijo del exmandatario Juan José Arévalo (1945-1951) y heredero, por tanto, del primer presidente elegido democráticamente, cuya gestión fue conocida como el Primer Gobierno de la Revolución, que introdujo cambios sociales y reformas educativas y económicas, que no gustaron a todo el mundo y que provocaron una treintena de intentos de golpes de Estado.

En cuatro años, Arévalo pretende «revertir décadas de abandono social y deterioro institucional», para lo cual se ha comprometido a «edificar una institucionalidad democrática saludable sobre los escombros de estos muros de corrupción que estamos empezando a derribar ladrillo tras ladrillo».

Nació en el exilio, al que su padre tuvo que ir obligado tras el derrocamiento, en 1954, de su sucesor, Jacobo Arbenz, por un golpe de Estado, después del cual se sucedieron dictaduras y Gobiernos de derechas que hundieron Guatemala en un ciclo de pobreza y violencia. El nuevo mandatario, que regresó al país con 15 años para estudiar en el Liceo Guatemala tras pasar su infancia en Venezuela, México y Chile, es político, diplomático, sociólogo y, durante la pasada legislatura, fue diputado del Movimiento Semilla desde 2020.

Estudió Sociología en la Universidad Hebrea de Jerusalén y en la Universidad de Utrecht, donde también se graduó en Antropología Social. En los años 80 ingresó como diplomático de carrera en el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través del cual fue embajador de Guatemala en España entre 1995 y 1996 y también ocupó el cargo de viceministro de Relaciones Exteriores entre 1994 y 1995 durante el Gobierno de Ramiro de León Carpio. Además del español, domina el hebreo, inglés, francés y portugués.

Arévalo de León, quien también es doctor en Filosofía, es uno de los fundadores del partido político progresista Movimiento Semilla, basado en la socialdemocracia y nacido de las protestas multitudinarias que tuvieron lugar en 2015 en la plaza de la Constitución de Ciudad de Guatemala contra la corrupción y que provocaron la caída y encarcelamiento del entonces presidente, Otto Pérez Molina.

Ya fue precandidato presidencial de Semilla en las elecciones generales de 2019, que ganó Alejandro Giammattei, aunque, finalmente, se apartó para permitir que pudiese aspirar a la Presidencia la exfiscal general Thelma Aldana, quien no pudo presentarse tras rechazar su inscripción el Tribunal Supremo Electoral.

Descartada su candidatura a la Presidencia, se presentó como candidato a diputado por el Listado Nacional, para el cual fue electo, sumando el Movimiento Semilla cinco de los 160 diputados en el Congreso en 2019, cifra que ha aumentado a 23 en los comicios del 25 de junio, en los que por primera vez se presentaba como candidato a presidir el país centroamericano.

CARRERA DIPLOMÁTICA

La mayor parte de su carrera no ha sido como político, sino como diplomático de carrera. Entre 1984 y 1988, estuvo destinado en la Embajada de Guatemala en Israel como primer secretario y cónsul, y, después, como ministro consejero. En 1995 permaneció un año como embajador en el Estado español.

Arévalo de León también ha trabajado como asesor en Naciones Unidas y en el Instituto de la Paz de EEUU. En materia económica, reconoce ser un fiel admirador del británico John Maynard Keynes. «Nuestra propuesta de Gobierno se resume en que no puede haber democracia sin justicia social y esta no puede prevalecer sin democracia», defiende.

Reconoce que le corresponde impulsar la «Primavera» democrática, tal como fueron conocidos los diez años de Gobiernos revolucionarios entre 1944 y 1954, en los que se puso fin a los regímenes dictatoriales. Advierte de que «no podemos permitir que regrese una época oscura», aunque añade que «no podemos seguir mirando constantemente hacia atrás cuando la gente necesita caminar hacia el futuro».

Padre de tres hijas y abuelo de cinco nietos, su última obra lleva por título “Estado violento y Ejército político: formación estatal y función militar en Guatemala (1523-1963)”. Se conforma con que cuando finalice su mandato, la población diga que «valió la pena y que, como pueblo, no nos equivocamos esta vez al votar, porque hubo un Ejecutivo que demostró que se puede gobernar con decencia en beneficio de la gente».