Carlos GIL ZAMORA
Analista cultural

Bailar con la enfermedad como expresión de vida

Se llega a una edad en que la convivencia con la enfermedad y las esquelas cotidianas forman parte consustancial a la propia existencia. Hace poco, al ilustrar un recuerdo a un director muerto, puse una fotografía de la obra que me había dirigido y resulta que soy el único superviviente. Se van reduciendo las posibilidades de constatar con los protagonistas lo que has vivido. Algunos pensamos que sería necesario abrir un capítulo memorialista ordenado de los que vamos quedando para que no se pierdan asuntos que fueron esenciales en su tiempo y que hoy podrían ayudar a entender mejor lo que sucede en el campo de las artes escénicas. Las hemerotecas o las videotecas dejan constancia de hechos sustantivos, no de los caminos hasta llegar al hecho.

Inquieta más la enfermedad. La propia y la de los demás. Sergio Peris Mencheta, que presenta estos días un espectáculo de gran interés en el Teatro Arriaga, acaba de anunciar que sufre un cáncer y que va a necesitar trasplante de médula. Leer su comunicado es acercarse al ser humano que, teniendo el éxito profesional más evidente, tiene miedo. Y abre, de manera colateral, otro asunto: ¿es bueno que confiese este diagnóstico? Pertenezco a quienes mostramos nuestras enfermedades como forma de certificar estar vivos.