”Giovanni Anselmo. Más allá del horizonte”. la exposición con la que el museo Guggenheim de Bilbo abre hoy la temporada de este año, puede ser uno de los grandes descubrimientos para los visitantes que se acerquen a una obra tan impregnada de pensamiento como esta. También hay juego, que nunca falte, en una muestra que nos invita a buscar las claves, los mensajes, y a tomarnos nuestro tiempo parándonos a mirar y sentir.

Después de esta exposición, que se podrá ver hasta el 19 de mayo, este mes se abrirá otra de las grandes apuestas del 2024, al menos de público, con la muestra dedicada al Arte Pop procedente de la Colección Guggenheim (16 de febrero). En marzo, les llegará el turno a las esculturas de la navarra June Crespo.

ATEO Y ANTIEGO

Giovanni Anselmo es un nombre de prestigio y autor reconocido en el mundo del arte, aunque para el gran público no lo sea tanto, tal vez porque «era un antiego», como apuntó ayer la comisaria de la exposición, Gloria Moure. «La suya es una obra que te hace pensar -añadió-. Es un poeta de la forma y no necesita más que lo esencial. Lo suyo es la estética de lo sobrio». Lo que se puede ver en Bilbo se puede considerar también un viaje por su legado, ya que estuvo involucrado hasta apenas unos días antes de su fallecimiento, el pasado mes de diciembre, en la preparación de esta retrospectiva.

Está su última obra, una escultura póstuma sorprendente creada específicamente para esta sala: titulada “Mentre verso oltremar il colore solleva la pietra” (1995-2024) está construida con caliza procedente de la cantera de Lastur. Y es sorprendentemente aérea. Las grandes piedras cuelgan de las paredes, desafiando la gravedad, sostenidas solo con un clavo. La gravedad y el tiempo son las fuerzas que mueven al universo y en las que quiere que reparemos.

Referente del Arte Povera que surge en Italia a finales de 1960, pertenece a la generación que rompió con el paradigma determinista dominante en la cultura occidental: frente a la contemplación, la experiencia artística; el arte no es independiente de su entorno. Todo está interrelacionado. Lo que hacemos tiene consecuencias y somos parte de las fuerzas que se mueven en el universo. «No hay sacralidad, era un ateo convencido», añadió la comisaria.

Hay obras como “Sin título” (1986), un bloque de granito sostenido en su centro por una lechuga -si esta se descompone, el granito se cae-, brújulas en forma triángulos de granito que miran al norte o la palabra “Particulare” proyectada en nuestro cuerpo: «El universo está hecho de particulares, solo que a veces no somos conscientes de ello. Él busca que seamos conscientes de la realidad y de que las pequeñas cosas son las que lo cambian todo», dijo Moure.