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Los Goya clausuran una temporada excepcional para el cine vasco

Con “20.000 especies de abejas” como mascarón de proa, el cine vasco presenta sus credenciales esta noche en la gala de los Goya. Hablamos con algunos de los nominados de Euskal Herria sobre sus sensaciones de cara a los premios y sobre el valor real de estos galardones.

Equipo de «20.000 especies de abejas», con su galardón de los Premios Forqué. (PREMIOS FORQUÉ)

Los premios (y los Goya no son una excepción) tienen un componente frívolo muy acusado pero aun así son pocos los que se atreven a negar su importancia. «Se trata de un circo, pero son un circo necesario de cara a sostener la industria. Para muchos profesionales es incluso un encuentro de trabajo». Quien habla así es la montadora alavesa Ascen Marchena, que esta noche opta por primera vez al Goya gracias a su trabajo de edición en “Cerrar los ojos”. Envueltos en su parafernalia, los Goya pondrán esta noche punto final a una temporada de premios que arrancó hace dos meses con los Forqué. Para algunos, como el bilbotarra Pablo Berger, dicho camino no concluirá hasta el próximo mes de marzo, con la ceremonia de los Oscar: «Para mí los Goya este año son el ecuador. A la mañana siguiente ya estaremos en un avión rumbo a Los Angeles, donde permaneceremos tres semanas haciendo promoción para traernos el Oscar a casa», comenta el director de “Robot Dreams”.

No todos tienen, sin embargo, el ánimo de Berger para entregarse a los rigores promocionales. Para muchos de los nominados vascos este año la ceremonia de los Goya es más un elemento de distracción que otra cosa, inmersos como están en otros menesteres laborales, lo cual es una gran noticia, ya que como afirma Lara Izagirre, productora de “20.000 especies de abejas”: «Los premios son un reconocimiento pero, al final, el verdadero reconocimiento es poder seguir haciendo películas». Para la productora «la de hoy va a ser una jornada muy emotiva, con sabor a reencuentro, luego a partir de ahí ya se verá si rascamos premio o no. Yo en ese aspecto estoy bastante tranquila. Al final hay que saber relativizar los premios porque con Goya o sin Goya la película va a seguir siendo la misma».

En eso de relativizar el alcance de estos galardones, la veteranía ayuda. Itziar Lazkano, candidata como mejor actriz de reparto por su interpretación en el filme de Urresola, comenta: «Si esta nominación me hubiera pillado con 30 años igual se me hubiera ido un poco la cabeza pensando en la influencia que podría tener en el devenir de mi carrera. A mi edad y con más de cuatro décadas de trabajo a mis espaldas, no creo que ser candidata al Goya vaya a tener un impacto determinante sobre mi futuro profesional». Para ella, más allá del Goya y de estar nominada, el verdadero premio es ser parte de una película como “20.000 especies de abejas”. Una opinión compartida por su compañero de reparto, Martxelo Rubio: «El mayor premio ha sido ver el agradecimiento de la comunidad trans por el modo en que hemos logrado visibilizar determinadas realidades». Rubio muestra escéptico sobre sus posibilidades de triunfo: «Ni me esperaba la nominación ni realmente espero ganar porque mi participación en el filme es muy breve pero lo que es indudable es que los Goya te dan una proyección tremenda. En apenas mes y medio me han hecho más entrevistas que en toda mi vida. Te hacen sentir como si hubieras llegado a la luna o algo parecido».

Pero, ¿qué valor tienen unos premios como los Goya? «Lo tienen -dice Lara Izagirre-. Aunque no sea más que para dar mayor visibilidad a las películas. Desde que estrenamos en abril, “20.000 especies de abejas” ha tenido 160.000 espectadores. Pues, bien si ganamos Mejor Película es fácil que sumemos otros cien mil». Pablo Berger, desde su experiencia, le da la razón: «Las dos semanas siguientes a la noche en la que ganamos 10 Goyas con “Blancanieves”, la película aumentó un 100% el número de espectadores que tenía acumulado hasta ese momento». Izaskun Urkijo, directora artística de “20.000 especies de abejas”, que también es candidata este año, cree que «los Goya sirven para que te pongan cara y valoren tu trabajo. No te hacen mejor ni peor, pero es innegable que te hacen más conocida dentro de este mundillo». Parecida opinión maneja la donostiarra Isabel Herguera, autora de “El sueño de la sultana”: «Estos premios te dan mucha exposición y una cierta credibilidad de cara a encontrar financiación para futuros trabajos. Y esa repercusión para una película independiente y hecha artesanalmente como la nuestra, supone mucho».

En esta edición, el cine vasco han acaparado 23 nominaciones a los Goya. Junto a los títulos ya mencionados, entre los candidatos aparecen otras producciones vascas como “Uppon Entry”, “Una vida no tan simple”, “La ermita” o el cortometraje animado “Txotxongiloa”. Lara Izagirre atribuye esa eclosión a que «por primera vez hay una voluntad de ir todos juntos: productoras, televisiones, gobierno y diputaciones. Todos nos hemos unido en el deseo de crear unas infraestructuras y una industria sólida que nos haga ser muy buenos haciendo cine porque el audiovisual es un sector que da empleo a mucha gente, que demanda muchos perfiles distintos». Un escenario que a Ascen Marchena, que tuvo que dejar Gasteiz en los 90 para poder dedicarse profesionalmente al cine, le produce envidia: «Cuando yo empecé en esto había dos opciones, o venías a Madrid o ibas a Barcelona y ahora, sin embargo, no solo es que haya talento a espuertas sino que se dan las condiciones para que ese talento emerja en Euskadi».