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TRAS LAS ELECCIONES AUTONÓMICAS EN GALIZA

El 18F oxigena a Feijóo, golpea a Sánchez y premia la coherencia soberanista

Un día después ya se han visto los primeros impactos de las autonómicas gallegas: Génova sonríe y la derecha celebra en Madrid, mientras Ferraz digiere el resultado. El BNG capitaliza el trabajo territorial y creíble mientras que la izquierda española se inmola.

(César ARXINA | EUROPA PRESS)

El impacto del meteorito gallego se ha sentido en Madrid, como no podía ser de otra manera. Lo primero es lo inocultable: Núñez Feijóo ha recibido una nada despreciable inyección de oxígeno.

Si Alfonso Rueda no conseguía renovar la presidencia al frente de la Xunta hubieran sonado las alarmas de la liga antisanchista. ¿Esa misma liga hubiera virado su mirada hacia Isabel Díaz Ayuso si la mayoría era del BNG y el PSOE? Posiblemente.

«La verdad es que estoy feliz, muy aliviada, hemos sentido presión hasta el último momento. Nos preocupaba que Galicia se sumara a una comunidad secuestrada por el separatismo», dijo la presidenta de Madrid en un desayuno periodístico junto a la élite del PP, y se sumó a Feijóo en su guerra contra el PNV al augurar que el PSOE hará lehendakari al candidato de EH Bildu porque «son de su bando» y «harán lo que haga falta» para beneficiarse entre ellos. La expresidenta regional Esperanza Aguirre valoró que lo importante era «la derrota del socialcomunismo, que es empobrecedor y los gallegos lo saben», y celebró que era un «día muy malo para el socialismo del siglo XXI».

Esto es lo que hay, esta es la derecha en su máximo esplendor, con ese añadido de impunidad que se les percibe por estar en el centro madrileño. Lo ocurrido en ese desayuno mediático sirve para recordar los retos desde el bloque de enfrente.

Y en el bloque de enfrente, desde hace tiempo ya, hay pocos ganadores. Solo dos partidos políticos vienen creciendo en el Estado gradual y constantemente en cada elección: EH Bildu y el BNG. La crecida del Bloque, con casi medio millón de votos y marca histórica, fue recibida con alegría en Santiago, pero con una pizca de amargura porque no se alcanzó el objetivo.

En el análisis que hicieron los nacionalistas internamente constatan que sigue como un reto la diferencia de apoyos en algunas zonas. «Hay resultados muy dispares entre comarcas, por ejemplo lo de Vigo y Pontevedra con Ourense. En eso influyen muchas variables», señalan.

TRASVASE DE APOYOS

«Hubo trasvases entre bloques, pero no tanto; evidentemente mucho votante del PSOE se fue al BNG o al PP», opinaban desde el Bloque. El descalabro del PSdeG no habría sido, en su opinión, solo por el voto útil a Ana Pontón, sino que en sectores más conservadores se prefirió apuntalar al PP abandonando al PSOE para usar a Rueda como un muro al BNG.

Para la cúpula soberanista los resultados muestran que el electorado «valora defender las ideas con convicción y el trabajo constante». Esta coherencia y claridad, capital intangible importantísimo de los partidos y líderes políticos, está claro que se premia.

Los votos de Sumar y Podemos, si hubieran ido juntos, tampoco hubieran significado un escaño más, y quizás sí lo hubiera sido si no participaban de la elección, pero para el BNG. No habrían empujado la báscula en el otro sentido, pero dejan una lección sobre los beneficios (ninguno) de la inmolación en pos de defender la pequeña trinchera. Yolanda Díaz y Ione Belarra deberían tomar nota e intervenir para evitar repetir en la CAV el papelón gallego.

Un párrafo merece la ultraderecha: Vox tuvo solo el 2% de los votos y el Parlamento gallego vuelve a ser el único en el que no logra asiento. Además, en los casi trescientos concellos de Galiza solamente tienen un solo concejal, según los resultados del 28M pasado. Por suerte para el progresismo y para los demócratas, los gallegos siguen diciéndole contundentemente que por allí no pasan.