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«UTOPIEN HERRI BIRA» EN ZUMAIA

Campesinas que luchan por la tierra para defender la vida

Un grupo de campesinas latinoamericanas está en Euskal Herria para desempeñar una doble función, enseñar y aprender, y con el objetivo de tejer alianzas con agricultoras de aquí. El lunes pararon en Zumaia tres de ellas, y dieron cuenta de los peligros que enfrentan en sus países por defender la tierra y el derecho a trabajarla.

María Carvajal, Lilian Borja y Teresa Castellanos, en la ponencia que ofrecieron en Zumaia. (ECUADOR ETXEA)

“Utopien herri bira. Gira popular de utopías” está rodando por Euskal Herria desde el 15 de febrero y acumula y distribuye saberes hasta la meta, que será el próximo lunes, 26 de febrero. Con esta gira, promovida por las Brigadas Internacionales de Paz (PBI) con la participación de varias organizaciones vascas, un grupo de mujeres de Latinoamérica, campesinas, feministas, comunicadoras, indígenas o defensoras de la tierra, están parando en distintos puntos de Euskal Herria para compartir sus experiencias, al tiempo que conocen proyectos que se están promoviendo aquí. Compartir, aprender y tejer alianzas; esos son los objetivos principales de la iniciativa.

El pasado lunes por la tarde, la mexicana Teresa Castellanos, la hondureña Lilian Borja y la colombiana María Carvajal recalaron en Zumaia. Llegaron directamente al espacio Oxford de esta localidad costera después de conocer el caserío Amillubi, situado en el meandro natural del barrio Iraeta de Zestoa, que Biolur ha comprado colectivamente para impulsar desde allí un ambicioso proyecto basado en la agroecología y la soberanía alimentaria. «El proyecto Amillubi es muy lindo», dijo Borja al inicio de la ponencia. «Es lindo», reiteró, que haya gente dispuesta a colaborar económicamente para colectivizar «un pedazo de tierra».

Y es que en Honduras no ocurre lo mismo, según relató esta campesina. «En honduras, los empresarios agroindustriales quieren quitarte todo tu terreno; así pasa con las plantaciones de caña azúcar, por ejemplo. Y el Gobierno no ha querido hacer nada con el campesinado», contó.

En la ciudad de El Progreso, en el departamento de Yoro, Lilian Borja es parte de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos y de la Central Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC), y lucha en favor de una redistribución justa de la tierra.

Nada más piden «un pedazo de tierra para trabajar», pero el Ejecutivo, presidido por Xiomara Castro, favorece a las grandes empresas en detrimento del campesinado popular, según dijo la ponente. Y no es fácil enfrentarse a los poderes de la agroindustria: «¿Qué pasa con la lucha de resistencia? Nos hemos articulado en esta lucha en las calles. Pero con represión y criminalización, nos echan de nuestras tierras. Han matado a muchos compañeros comunicadores sociales, hay alguno campesinos en prisión. Hay violaciones a mujeres, amenazas, persecución».

A pesar de los peligros a los que se enfrentan, varios campesinos y campesinas en Honduras se niegan a abandonar la resistencia y siguen luchando para preservar la vida; la suya, ante el crimen organizado, y la de la tierra, ante la amenaza de los proyectos agroindustriales.

Lilian Borja aseguró en Zumaia que no pierden la esperanza y que continuarán luchando para que la tierra sea del pueblo. El método más efectivo para conseguirlo, es que todos y todas actúen «a una sola voz». «Lo vamos a lograr», afirmó.

Por ello, Borja se mostró agradecida de participar en la “Gira popular de utopías”, a pesar de que confesó que, para ella, está siendo un «desafío». «Nunca me imaginé poder estar aquí con ustedes, para mí es un desafío. Pero también es una red que se amplía cada día, de conocimientos. Y lo mejor es eso, la unidad. No hay fronteras, hemos destruido fronteras», celebró.

«QUE NO BAJEN LAS BANDERAS DE LUCHA»

Originaria de la comunidad mexicana de Huexca, Teresa Castellanos ha sido durante toda su vida una «lideresa defensora de los más humildes», según se definió. Para ella, «la vida es una escuela», y aseguró que en la gira de Euskal Herria está «aprendiendo mucho». «Aquí he encontrado muchas respuestas. La solidaridad, el amor entre los pueblos, es lo que puede tejer un sueño», expresó.

Está al frente de la radio comunitaria Alegría y Resistencia e integra el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua de Morelos, Puebla y Tlaxcala (FPDTA-MPT). Su lucha, como la de Borja, es también la lucha contra «un monstruo» que pone el peligro las condiciones de vida de su comunidad. Su monstruo se llama Proyecto Integral Morelos, un megaproyecto energético e hidroextractivista impulsado por el Estado mexicano junto con las empresas españolas Enagas y Abengoa, y la vasca Elecnor.

«La imposición de este proyecto fue en 2012. Pone en riesgo a mi comunidad, de 1.200 habitantes y estamos aquí para denunciar eso. Se han violado los derechos humanos en nuestras comunidades, hay represión por parte de las empresas y el Gobierno, hay tortura, persecución y amenazas. A mí me dicen que me van a balear, que me van a quitar mi casa y a mis hijas, y las van a prostituir», expuso Castellanos.

Lamentó que en su país la corrupción y la violencia campan a sus anchas y alertó de que «la alianza de las empresas con el crimen organizado» pone en peligro las vidas de las campesinas y defensoras de la tierra.

En este punto, quiso recordar a Samir Flores, un compañero, campesino y comunicador, al que hace cinco años mataron por levantarse contra el Proyecto Integral Morelos. «Y no hay justicia, no hay nada en la carpeta de investigación», rechazó. Alzó la voz y gritó la consigna que el campesinado mexicano lleva desde hace un lustro anclada a en sus gargantas: ¡Samir vive! ¡La lucha sigue!».

A pesar del peligro que supone ser una popular líder campesina, Castellanos destacó que «ha valido la pena entregar la vida a un proceso de cambios y de sueños». Prometió, asimismo, que no cejará en el empeño de mejorar las vidas de las personas: «Mi utopía es ayudar a los más necesitados, que no bajen las banderas de lucha».

MUCHA TIERRA EN POCAS MANOS

La colombiana María Carvajal se definió como «superviviente del genocidio paramilitarista». «Nacimos de las cenizas de un conflicto interno, de la masacre contra los líderes campesinos», precisó. Los supervivientes se unieron en la Asociación de Campesinos de Catatumbo hace 18 años y desde allí han luchado todos estos años «con la tierra, por la vida». Y es que, según explicó Carvajal en Zumaia, la mayoría de los terrenos en Catatumbo «dependen de unos pocos terratenientes», aunque sea una región de «gran riqueza natural».

En esta zona que colinda con Venezuela, indígenas y campesinos han unido sus fuerzas. Según contó esta ponente, la asociación de la que forma parte consiguió implantar la Zona de Reserva del Campesinado en 2012, pero ahora necesitan ampliar el territorio, pues los indígenas «están arrinconados, han perdido muchas tierras».

El problema de las campesinas es que «el país está invadido de productos de fuera» y los suyos «no se comercializan», así que esperan ganar terrenos e implantar en sus cultivos avances tecnológicos e industriales para poder competir con los productos importados. «A veces perdemos las cosechas por no poder vender», confesó.

Celebró que la Asociación Campesina del Catatumbo tiene más esperanza ahora que Gustavo Petro está en la Presidencia, ya que «ahora el presidente se acerca un poco al sentir del campesinado», dijo. «El problema es -añadió- que la mayoría del Senado no aprueba sus transformaciones».

¿Y EN EUSKAL HERRIA?

En la ponencia participaron también Ane Rivas y Jone Arizti, integrantes del grupo motor de Amillubi Taupaka, y realizaron una breve radiografía de los problemas de la agricultura en Euskal Herria. Aunque nada tiene que ver con las realidades que mostraron las compañeras latinoamericanas, Rivas y Arizti alertaron de que en 30 años se han perdido 80.000 hectáreas de terrenos arables y cultivables y advirtieron del grave problema del relevo generacional en el sector: «Solo el 1% de la población se dedica a la agricultura y la media de edad es de 57 años».