MAR. 16 2024 GAURKOA Ertzaintza, ¿Herri zaina? Iñaki EGAÑA Historiador Han pasado poco más de 20 años desde aquella manifestación multitudinaria y pacífica de Bilbo, apaleada, disuelta a porrazos y dispersada a tiros. Fue un acontecimiento histórico que la recordarán por aquellos dos jóvenes, Pablo Girón y Oier Gorosabel, que se desnudaron frente a las cargas y alzaron los brazos en señal de paz. Fueron avasallados, detenidos, encarcelados y acusados por la Ertzaintza de «apología del terrorismo» por no se sabe qué. Quizás por enseñar sus partes. En aquella manifestación, las pelotas de goma de la Ertzaintza iban marcas con frases como «Arnaldo HP»... Hace unas semanas, y ya en periodo preelectoral en la CAV, la Ertzaintza ha vuelto a exhibir su poderío con actuaciones violentas en Carnavales de Tolosa, en la conmemoración del 3 de Marzo en Gasteiz o en los aledaños del estadio de Anoeta contra los seguidores de la Real Sociedad de fútbol. Pero la lista no comenzó con la campaña electoral, a la que la Policía no es obviamente ajena, con mandos territoriales y la Consejería en poder de un autoritario Erkoreka y, por extensión, el PNV. El pasado año, los agredidos fueron trabajadores de Tubacex, PCB, ambulancias, ITP Aero... «En algo andarían para recibir los palos» es el mensaje actual de sus mandos políticos. Cuando la manifestación de Bilbo, el portavoz del Gobierno Vasco era Josu Jon Imaz, hoy, consejero delegado de Repsol (3.168 millones de euros de beneficios netos en 2023), quien señaló que la actuación de su Policía había sido realizada con «racionalidad y proporcionalidad». Y justificaba el apaleamiento por un lanzamiento de piedras a los agentes que solo existió en su cabeza del cuentacuentos. Lo tacharon de «mentiroso y sinvergüenza». Ahora, con los sucesos recientes, Erkoreka ha tirado de manual y ha vuelto a calcar a Josu Jon: «Proporcionalidad y legalidad». El libro de estilo no ha variado un ápice con Atutxa, Balza, Ares, Beltrán de Heredia y Erkoreka. El uso partidista de la Ertzaintza en campaña no es primicia. Dirigida por el partido jeltzale, entra dentro de esos planes diseñados por ese grupo de inteligencia del PNV creado por Retolaza y guiado en la actualidad por Joseba Tatxenko, que manda y corta en el seno jeltzale, y en estrategia externa. Que se lo pregunten a Padrales y a Erkoreka. La caja oscura de la Ertzaintza contiene tantos secretos como el Archivo Secreto de Vaticano, en una alianza metafórica en JEL. ¿Qué fue de las bombas de Muskiz y Artxanda en plena campaña electoral que Atutxa y Ardanza imputaron, sabiendo que mentían, a la izquierda a abertzale? ¿Quién experimentó con Xabier Kalparsoro antes de su muerte? La novedad en esta ocasión reside en varios factores entonces ausentes. A modo de ejemplo lo resumió Ahoztar Zelaieta en una reciente entrevista: «la Ertzaintza antes experimentaba con cabras y ahora lo hace con personas». El cuerpo autonómico se ha provisto en los últimos años de numerosos avances técnicos (la mayoría vía Israel), en su carrera hacia la competencia con Policía y Guardia Civil, tras la homologación ganada con su brigada antiterrorista, la tortura en sus cuarteles y el manifiesto deseo de apaleamiento de concentraciones obreras y sociales. Hoy los números y balances finales son parte de ese recorrido. No siguen aquel informe histórico “Programa Policía y Derechos Humanos” que elaboró AI: «Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley tienen la obligación de permanecer siempre neutrales y proteger a todas las personas, pero a menudo se los ve tomando partido». Y para ello, todos esos componentes de las policías y ejércitos del siglo XXI necesitan de experimentos. Para los ejércitos, los bancos de pruebas son los escenarios de guerra (Gaza, Ucrania, Siria, Iraq...). Para la Policía, entre ellas la Ertzaintza, la calle. Las últimas semanas, coincidiendo con el interés electoral de PNV y PSOE (Andueza no ha querido quedarse rezagado en esta carrera), la Ertzaintza también ha utilizado los escenarios citados como laboratorio, como banco de pruebas de su despliegue y de sus recién adquiridos artilugios. Esta actividad, supuestamente es controlada por los mandos. Pero aquí entra un nuevo factor. El perfil de los agentes. Ninguna policía se escapa de la actividad de incontrolados internos. Sucede a menudo. Xabier Arzalluz ya dijo, en su tiempo, que la Ertzaintza tenía infiltrados. Ante el revuelo añadió que, a pesar, «la mayoría era patriótica». Hoy, la situación se ha revertido. CCOO y UGT desaparecieron como sindicatos y ELA se ha convertido en residual. Los mayoritarios en la actualidad han tomado el relevo, con pautas corporativistas, negacionismo (torturas y malos tratos) y una tendencia similar a las de sus antecesores, ante el empuje del movimiento «asindical», capaz de movilizar a la mitad de su plantilla. Es el futuro bien cercano. Como se suele afirmar, de aquellos barros estos lodos. Porque, efectivamente, la transformación de la Ertzaintza avanza a una velocidad de vértigo, convirtiéndose en lobby, cuando no poder fáctico, de la política vasca. Es una de las razones por las que, sin haber abordado su mutación, PNV y PSOE están aprovechando su deriva para intereses espurios, electorales, apagando su concepción inicial de «Herri zaina». Ardanza acometió su transición, Ares descabalgó a aquellos «patriotas» de Arzalluz, y cuando parecía que Urkullu iba a reinvertir los cambios auspiciados por Patxi López, dio por buena la limpieza del gobierno autonómico de coalición PP-PSOE. Hoy, el modelo es el que pactaron en agosto de 2001 Mariano Rajoy, ministro del Interior, y Javier Balza, consejero de Interior de la CAV, con la firma de un acuerdo entre Pedro Morenés, secretario de Estado, y el viceconsejero de Interior vasco, Mikel Legarda. Entonces se puso en marcha el escenario actual, con el equipo interpolicial en el que se integraban los responsables de los Servicios de Información de la Policía, la Guardia Civil y la Ertzaintza. Y hoy, ¿quién es más que quién? La transformación de la Ertzaintza avanza a una velocidad de vértigo, convirtiéndose en lobby, cuando no poder fáctico, de la política vasca avanza a una velocidad de vértigo, poder fáctico, de la política vasca