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«CLUB ZERO»

Trastornos alimentarios y vacío existencial


El sello identitario de Jessica Hausner y su coguionista habitual en sus últimos trabajos, Géraldine Bajard, se manifiesta claramente en su discurso afilado, caracterizado por historias extrañas, perversas y alienadas, con un toque distópico que desafía lo convencional, lo cual siempre conlleva un gran riesgo. Esta singularidad puede ser tanto una virtud como una condena, ya que sus películas a menudo resultan difíciles de entender y clasificar, como es el caso de “Club Zero”.

En estos tiempos en los que se multiplican las recetas milagrosas para la pérdida de peso de manera muy rápida, aprovechándose de las personas crédulas con dietas milagrosas y productos dudosos, Hausner aborda el tema del culto a la nutrición en su película, con un filme que dispara hacia diferentes frentes.

La trama gira en torno a una profesora, interpretada de manera siniestra por Mia Wasikowska, quien se convierte en líder de un culto que promueve la “alimentación consciente”, induciendo trastornos alimentarios en jóvenes que resultan ser muy vulnerables.

Mediante la sátira y metáforas en el entorno estudiantil, “Club Zero” ofrece un retrato intenso y crudo de la juventud actual, característico del enfoque crítico que siempre abandera la directora, la cual utiliza la transgresión y los colores llamativos como marca distintiva. “Club Zero” no pasó desapercibida en Cannes: algunos críticos la consideraron una propuesta vacía de contenido, eclipsada por decisiones estilísticas excesivas y casi paródicas que pueden dificultar la apreciación de su mensaje subyacente. Sin embargo, esta película sigue siendo una muestra del cine provocador y enigmático de la directora austriaca, cuya capacidad para desafiar las normas cinematográficas sigue siendo innegable y eso siempre es algo que se debe tener muy en cuenta.