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1989

El drama de Sheffield cuestionó la seguridad de los estadios

Aficionados del Liverpool animan a su equipo durante el partido contra el Sheffield esta temporada. (Paul ELLIS | AFP)

La tragedia de Hillsborough, cuando días antes la UEFA amnistió al fútbol británico, sancionado por los sucesos de Heysel, para las competiciones continentales, desencadenó una serie de reacciones de todo tipo, desde el hermético Gobierno de Margaret Thatcher, que señalaba a los aficionados, hasta la prensa británica y la UEFA, que cuestionaban la seguridad del estadio.

Ante tantas conjeturas y reproches, “Egin”, desde la distancia, trató de recoger cada una de las reacciones de la mayor tragedia ocurrida en un estadio de fútbol. «[La tragedia de Hillsborough] ha dejado pequeña a aquella del estadio de Heyssel, en Bélgica, que, con sus treinta y cinco muertos, dejó fuera de las competiciones europeas a los clubes británicos. Y, de nuevo, el Liverpool se encuentra en el ojo del huracán», subrayaba en la primera página. El terrible suceso fue el tema principal elegido en la apertura del periódico, tal y como lo hicieron la mayoría de los medios internacionales, acompañados por las fotos escalofriantes que dejó la tragedia.

Hillsborough, estadio de una capacidad de 64.000 espectadores, iba a ser escenario de la semifinal de Copa entre el equipo local, Nottingham Forest, y el Liverpool, cuando a los seis minutos de comenzar el partido centenares de aficionados «reds», sin entrada, irrumpieron en la grada provocando una avalancha que dejó un balance de 96 muertos y más de 200 heridos, algunos de extrema gravedad.

Lo fácil, en aquella ocasión, fue señalar a los aficionados del Liverpool que, desde el 19 de mayo de 1985, cuando el estadio de Heyssel, en Bégica, fue escenario de otra tragedia -murieron 38 personas- por los sucesos ocurridos durante la final de Copa de Europa entre la Juventus y el equipo inglés estaba en el ojo de del huracán.

«Ser hincha del Liverpool fue desde entonces una etiqueta sucia; ser joven y ser aficionado al fútbol en Inglaterra fue desde que Heyssel se disfrazó de guerra una pena más de la condición humana», reza el artículo de opinión que Eneko Muñoz publicó dos días después de los hechos en la portada de Kiroldegin.

No da una puntada sin hilo, y es el preludio de las páginas que le preceden. Si las primeras reacciones a la tragedia señalaban a los aficionados del Liverpool, con Margaret Thatcher dirigiendo la orquesta de ese ensañamiento -estaba decidida a utilizar este incidente para retrasar el regreso de los equipos ingleses a las competiciones continentales-, las contradicciones fueron apareciendo a medida que pasaban las horas. La edición del día 17 de “Egin” subrayaba que «nadie asume la responsabilidad de Sheffiel», y sacaba a relucir las contradicciones entre las informaciones de la BBC y la Policía local.

ERROR POLICIAL

Al día siguiente de la tragedia, la BBC se preguntaba: «¿Por qué la policía había abierto uno de los accesos al estadio, permitiendo a centenares de seguidores del Liverpool, sin entrada, llegar hasta la grada y provocar una avalancha que fue mortal?». Recogía el testimonio de un taquillero del estadio, que afirmaba que la Policía abrió una de las puertas, desmintiendo la primera versión oficial, en la que afirmaban que los seguidores habían forzado la puerta.

El día después de los incidentes, la Policía argumentó que tuvo que abrir la puerta «para salvar vidas y para aligerar la presión en el exterior», aunque el jefe del distrito de South-Yorkshire insistía en desmentir la existencia de una relación causa-efecto entre la apertura de la puerta y los incidentes en el interior del estadio.

Las propias autoridades locales aseguraron que no registraron mal comportamiento entre los hinchas de ambas escuadras, por lo que quedó descartada la hipótesis de una pelea de hooligans.

Ya para entonces en el Reino Unido se habían registrado tragedias ocasionadas por las viejunas estructuras de los estadios. “Egin” recopiló las mayores desgracias ocurridas en los estadios y resulta que cuatro de ellas tuvieron lugar en el Reino Unido, causadas por las deficiencias de los recintos: 25 y 66 muertos en Ibrox Park en sendos derrumbes de las tribunas en 1902 y 1971; 33 fallecidos en el Burden Park, en 1946; 52 personas murieron en Bradford en 1985 durante un partido de la tercera división, y el mismo día moría otra persona en el estadio del Aston Villa al derrumbarse una pared de una de las tribunas.

Diversos expertos coincidieron en que la tragedia de Hillsborough no se debió a los hooligans, sino a las deficiencias de la construcción -a pesar de que el estadio había sido renovado recientemente para dejarlo conforme a las normas de seguridad impuestas por una ley de 1975- y, sobre todo, a las instalaciones de vallas metálicas donde quedaron encerrados los hinchas, sin escapatoria.

Es por ello que lo de Sheffield puso en jaque la seguridad de los estadios a nivel mundial y llevó a replantearse el diseño de las instalaciones. «Es mejor que los hinchas invadan el terreno de juego antes de quedar atrapados en estas jaulas metálicas», dijo Lawrie McMenemy, exentrenador de fútbol inglés.

A raíz de varios informes se tomaron decisiones trascendentales, como la eliminación de las vallas de seguridad en los estadios y de las gradas para estar de pie. Fueron 76 recomendaciones que cambiaron para siempre el fútbol inglés y, por extensión, el de Europa.

La sensación general fue de una tragedia que se pudo evitar. De hecho, aunque en 1990 el veredicto de la investigación determinó que la muerte de 96 personas fue accidental, un nuevo reporte entregado a las familias en 2012 y su posterior investigación, finalizada en 2016, aseguraba que fue un error policial el que causó la tragedia en el estadio de Sheffield.



[1983] «El paseíllo y la espantá» del rey envió a prisión a Erauskin

Xabier Sánchez Erauskin, periodista y director de la revista “Punto y hora de Euskal Herria”, fue detenido el 15 de abril de 1983. Fue el primer periodista condenado por un artículo sobre la Corona española. El editorial «El paseíllo y la espantá» sobre la visita del rey español Juan Carlos de Borbón a Euskal Herria fue el detonante que le llevó reo, con una condena de dieciocho meses de prisión. En la web de NAIZ se puede leer el artículo en cuestión.

Erauskin, como era conocido, era entonces director de “Punto y hora de Euskal Herria”, y un mes y medio antes la agencia Europa Press ya había filtrado la noticia de su próxima detención. El periodista gasteiztarra fue juzgado en Madrid y condenado primero a un año de prisión por un delito de «apología del terrorismo» por la publicación de una entrevista con las hermanas de los entonces refugiados vascos Goikoetxea y Apaolaza, al que se sumaron otros seis meses de cárcel por el mencionado editorial «El paseíllo y la espantá», que juzgaba la visita del monarca español a nuestro país.

Fue el primer profesional condenado a cárcel por escribir sobre el estamento monárquico español, en una clara persecución a la libertad de expresión, una vulneración de un derecho básico que no cesó sobre la prensa vasca y que tocó techo -hasta el momento- con el cierre de “Egin” en 1998 y de “Egunkaria” en 2003.