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DE REOJO

Escritura especular


Leonardo da Vinci era capaz de escribir con ambas manos. Y lo hacía a la vez de manera simultánea. Con una mano de izquierda a derecha y con la otra al revés. Es decir, si se atendía a sus escritos, se veían como si estuvieran en un espejo. Intento llegar a comprender alguna efectividad o manera práctica de esta escritura especular en la vida ordinaria, más allá de mostrarlo como un prodigio, pero como estamos inmersos en día de reflexión electoral, quizás se pueda entender esa manera de ser ambidiestro como una metáfora política, cuando muchos de las derechas ibéricas se calificaban de extremo centro. No reflexión, me aparece una duda reversible, ¿cuál ha sido el eje de la confrontación electoral que mañana se convertirá votos?

Por cierto, estas entregas diarias las escribo con las dos manos, utilizando entre dos y cinco dedos en total. Y mirando el desgaste de las teclas de mi dispositivo hay letras a las que le doy una importancia superlativa o, al menos, muestran una fricción por encima de sus compañeras y no se distinguen, son un trozo de plástico negro con un roce traslúcido en el centro. Esta realidad física, mecánica, me devuelve cada día a una rutina que lleva a un desencanto, ya que se demuestra que lo único que puede ser especular en mi actividad profesional son mis neuronas espejo, que repiten de manera casi automática los movimientos que contemplo tanto en las tres o cuatro pantallas de servicio permanente como lo que veo en vivo y en directo, acumulando, por tanto, material de construcción de ideas que conforman una visión del mundo. Tú ya sabes.